El proceso de aprendizaje retroactivo


Jueves, 24 de julio de 2008



He observado que la aplicación de la FUERZA DE LA RAZÓN es el método que más me ha ayudado a transformar mis creencias negativas y conducta; esto lo he corroborado principalmente en la gran lucha contra el TOC.

He hecho un gran trabajo y he aprendido muchas técnicas que me han colaborado con esta tarea, destaco notablemente los resultados de la terapia cognitivo-conductual, este procedimiento lo he empleado en cada situación conflictiva de mi vida, pues básicamente todos los problemas psicológicos que se hacen presentes a través de los estados emocionales, han surgido y tienen vigencia a raíz de la creencia en determinadas ideas muy subconscientes.



"Existe una falacia ampliamente extendida, según la cual el proceso del pensamiento lógico y racional no ejerce influencia alguna ni tampoco tiene poder sobre los procesos inconscientes o los diversos mecanismos mentales, y que, para transformar las creencias negativas, los sentimientos o la conducta del hombre, es necesario "cavar" en el inconsciente y extraer el material, que allí yace, hasta la superficie o conciencia.


El mecanismo automático –que los freudianos llaman el inconsciente-, es absolutamente impersonal. Opera como una máquina y no posee voluntad propia. Trata siempre de reaccionar en correspondencia con las creencias e interpretaciones comunes y corrientes que interesan al ambiente. Trata siempre de proporcionarnos los sentimientos apropiados a los cuadros mentales, que guardamos, y alcanzar las metas que nos hemos propuesto conscientemente lograr de una manera determinada. Opera a base de los datos con que lo hayamos alimentado en formas de ideas, creencias, opiniones e interpretaciones.

Es el "pensamiento consciente" el que constituye "el botón de control" de la máquina inconsciente. Fue mediante el pensamiento consciente, aunque quizá de modo irracional e irrealista, que nuestra máquina inconsciente desarrolló formas de reacción inapropiadas y negativas, y es mediante la idea racional consciente como podrán transformarse las formas automáticas de reacción". (Maltz, Maxwell. Psicocibernética, 1960. HERRERO HERMANOS, SUCESORES, S.A. EDITORES. Pág. 53).



Destaco varias ideas muy importantes:


  • La capacidad de aprendizaje se asimila poco a poco mediante las pruebas y los errores, haciendo o intentando hacer, perdiendo la señal, tomando en cuenta conscientemente el grado de error y ejecutando las correcciones necesarias para la siguiente prueba hasta conseguir dar en el blanco, o sea, hasta conseguir lo que nos proponemos o través de un último y feliz intento. La forma de reacción con que alcanzamos el éxito es, entonces, recordada o "evocada", y, por fin, "imitada" en pruebas ulteriores. Ello es verdad para el hombre que aprende a montar a caballo, a arrojar dardos, a cantar, conducir un automóvil, jugar al golf, entrar en contactos sociales con otros seres humanos, en el perfeccionamiento de cualquier otra habilidad, etc.
Es algo que he experimentado y que continúo viviendo día tras día, soy consciente que los errores son necesarios para crecer y aprender, si uno no se equivoca alguna vez, entonces jamás podrá mejorar en todo sentido... pensar que uno es perfecto es la estupidez más grande que pueda concebir alguien, la perfección no existe, ya que si existiera entonces la propia vida perdería sentido, ya que el individuo no tendría un motivo para continuar adelante. Mis errores me han servido para evitar volver a cometerlos, y poco a poco he logrado pulir mis fortalezas, más siempre estaré orientado a la gran meta de ser mejor, y ese camino es infinito.


  • El principio anterior se aplica a todos los "servomecanismos", debido, principalmente, a la misma naturaleza del contenido de recuerdos de los errores, los fracasos y las experiencias negativas y dolorosas del pasado. Todas estas experiencias negativas no inhiben al sujeto, sino que contribuyen al proceso de aprendizaje del mismo en tanto sean usadas apropiadamente como datos negativos del feedback (depósito retentivo de datos negativos), y son consideradas, por tanto, como desviaciones del camino que conduce a la meta positiva que se desea alcanzar.
Eso es muy cierto, mis equivocaciones me han servido para corregir la ruta que sigo hacia la gran meta de curación psicológica  y hacia el primer estadio de mi proceso de autorrealización.



  • Tanto nuestros errores como nuestras fallas y faltas, y algunas veces las humillaciones experimentadas, nos sirvieron a modo de peldaños en el proceso del aprendizaje. Sin embargo, hay que tener en cuenta que sólo sirvieron como medios para un fin y que nunca constituyeron un fin por sí mismos. Así, pues, cuando han servido a un propósito, tienen que ser olvidados. Si nos detenemos conscientemente en el error, o nos sentimos conscientemente culpables a causa de la falta y hemos quedado adheridos por ésta, entonces, y de manera involuntaria, aquél, o el fracaso por sí mismo, se convertirán en el objetivo que la imaginación y la memoria la conservará en la conciencia. El más infeliz de los mortales es aquel hombre que insiste en revivir el pasado una y otra vez en la imaginación, el que de modo continuo se critica a sí mismo por los errores del pasado. En pocas palabras, el pobre hombre que se está condenando continuamente por los pecados que alguna vez cometiera.
Este punto es muy importante, realza la importancia de abandonar la autotortura y autocompasión, si uno no se desconecta de sus equivocaciones recurriendo al poder racional, entonces toda la vida se va a concebir a si mismo como un gran "error".



  • Las continuas críticas con respecto a los errores y las faltas del pasado no nos ayudan en absoluto y, por otra parte, tienden a perpetuar esa misma conducta con que el sujeto desea transformarse. Los recuerdos de los fracasos del pasado pueden afectar de manera adversa sobre la conducta del presente si el sujeto continúa reteniéndolos y haciendo estúpidamente esta conclusión: "Fracasé ayer, de ello sigue que tenga que fracasar también hoy". No obstante, ello no prueba que las formas de reacción del inconsciente posean tanto poder en sí para hacerse repetir y perpetuarse, o que todos los recuerdos enterrados de los fracasos deban extirparse antes de llegar a la transformación de la conducta. Si llegamos a convertirnos en víctimas ello es debido a la conciencia y a la idea mental y no al inconsciente. Es por esto que la parte pensante de nuestra personalidad es la que nos ha de conducir a las conclusiones y a seleccionar las "imágenes objetivo" sobre las que nos debemos concentrar. En el instante en que transformemos nuestras mentes y cesemos de proporcionarle fuerza a nuestro pasado, el mismo pasado con todos sus errores perderá influencia sobre nosotros.
Centrase en el hoy y concentrase en los objetivos resume en pocas palabras la idea del párrafo anterior, muchas veces yo viví en función del pasado y no cesaba de autoculparme por mis errores, era lógico que no lograra progresos porque mi único objetivo era hacerme sentir como una pobre criatura incapaz y digna de compasión. Ahora observo mis metas e ideales, con esa nostalgia de futuro que me impulsa a lucha con confianza, aunque a veces me acompañen situaciones difíciles  tengo muy bien definido lo que quiero lograr para mi vida y mi felicidad.




EJERCICIO PRÁCTICO Nº 4

Técnica del hallazgo de ideas






"Es bastante fácil superar las sugestiones infantiles del inconsciente e inclusive cambiar el contenido del inconsciente empleando la debida clase de técnica. En cualquier instante que usted comience a sentir remordimiento por una acción que su razón le dice que no es mala, examine las causas de este sentimiento de compunción y trate de convencerse de lo absurdo del mismo. Haga que sus creencias conscientes se manifiesten tan vívida y enfáticamente que logren ejercer una impresión tan fuerte sobre su inconsciente como las mismas impresiones que su madre o su niñera ejercieron sobre usted cuando era niño.

No se contente con momentos alternativos de racionalidad e irracionalidad. Procure, por todos los medios posibles, que no le domine la irracionalidad. Cualesquiera que sean los sentimientos e ideas estúpidas que logren penetrar en su conciencia, ataque a unos y otras en sus propias raíces, examínelos profundamente y rechácelos. No permita quedarse en un estado de vacilación, dominado a medias por la razón y a medias por los caprichos infantiles…


Mas si la rebelión procura la felicidad individual y capacita al hombre para que viva consecuentemente según el patrón general, no vacile entre dos tendencias, entonces será necesario que piense y sienta éste profundamente con respecto a lo que su razón le dice. La mayoría de los hombres, cuando han logrado rechazar superficialmente las supersticiones de la infancia, creen que ya no tienen que hacer nada mas. No saben que estas supersticiones permanecen escondidas en lo más interno del ser.

Cuando llegamos a tener una convicción perfectamente racional, es necesario que permanezcamos consecuentes con respecto a la misma, que sigamos todas sus consecuencias y que tratemos de buscar dentro de nosotros cualesquiera de las ideas o creencias incompatibles que pudieran haber sobrevivido con la nueva convicción…

Lo que sugiero es que el hombre debe decidirse, enfáticamente, a optar por aquello en que cree racionalmente, y que nunca debe dejar cabida dentro de sí a cualquier idea irracional, independientemente de la brevedad con que se lo permita. Ello consiste, pues, en que usted razone consigo mismo es esos momentos en que siente la tentación de tornarse hacia el mundo infantil, mas el razonamiento, si es lo suficientemente intenso, deber ser breve".

(Bertrand Russell, The Conquest of Happiness, New York, Liveright Publishing Corporation).








  • Existen dos poderosas "palancas", mediante la utilización de las cuales se facilita la transformación de las creencias y de los conceptos. Hay convicciones de "tipo general", que casi cada persona suele mantener con todas sus fuerzas. Estas son: 1) el sentimiento o creencia de que uno es capaz de hacer su parte manteniendo la vista en el fin que se propone y esforzándose por permanecer independiente en la ejecución de la tarea propuesta, y 2) la creencia de que hay algo dentro de uno que no va a dejarle experimentar ninguna indignidad.

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