La autocompasión




La autocompasión




La autocompasión nos mantiene atrapados, sin que nos demos cuenta de ello y nos impide avanzar por la vida y disfrutar de la misma. Evita que el sufrimiento y los problemas te lleven a la autocompasión y a sentirte víctima de las circunstancias o de los demás.




¿Por qué nos autocompadecemos?

La autoestima baja es uno de los mayores obstáculos en nuestra vida. Nos hace sufrir y nos impide lograr aquello que deseamos.

Cuando nuestra autoestima es baja y no logramos el éxito deseado, buscamos un culpable.

Ya sea que nos culpemos a nosotros mismos o que culpemos a los demás, a la vida, la suerte, Dios, etc., si nos sentimos indefensos e incapaces de cambiar la situación, podemos acabar autocompadeciéndonos.

La autocompasión en sumamente limitante pero difícil de reconocer y aceptar, porque le damos un significado equivocado. Para mucha gente significa estar "mal", ser débiles, incapaces y menos valiosos que los demás.




Esta forma de pensar es errónea. En realidad lo único que indica la autocompasión, es que:

  1. Durante nuestra infancia aprendimos una actitud que nos impide, actualmente, solucionar nuestros problemas y tener una vida mejor.
  2. Necesitamos aprender a analizar la situación y nuestras habilidades, de una manera diferente. 

Con frecuencia sentimos que nuestra vida y nuestras opciones están limitadas, sin darnos cuenta de que dicha limitación está causada por la autocompasión.




Responde a las siguientes preguntas.
  1. ¿Sientes que luchas y luchas y no logras mejorar o resolver tu situación?
  2. ¿Piensas que la solución a tus problemas depende de lo que hagan o dejen de hacer los demás?
  3. ¿Te sientes, en ocasiones, incapaz de enfrentarte al mundo que te rodea?
  4. ¿Siempre tienes una razón para justificar tu actitud?
  5. ¿Sientes que tienes poco control sobre tu vida y lo que te está sucediendo?
  6. ¿Buscas consejos, pero no los sigues?
  7. ¿Te sientes molesto e incomprendido cuando la gente te quiere ayudar?

Si contestaste que sí, a la mayoría de las preguntas, posiblemente tiendes a sentirte víctima o a compadecerte con facilidad.




Todos hemos sufrido y todos hemos fracasado.

La diferencia entre los que se autocompadecen y los que no, es que los primeros se dedican a ver todo lo malo que les ha pasado y que no han podido evitar o solucionar y los otros se enfocan en lo que quieren que les pase y en lo que necesitan hacer para lograrlo.

Cuando creemos que nosotros tenemos poco o ningún control sobre lo que nos sucede, que el mundo y/o los demás se aprovechan de nosotros o nos causan daño, acabamos sintiéndonos incapaces y desempeñando el papel de víctimas.




¿Cómo se desarrolla el papel de víctima?




Existen cuatro situaciones que pueden ayudar a que desarrollemos una actitud de víctimas: 

  • La vulnerabilidad y dependencia de los niños.
Debido a la edad, falta de conocimientos y habilidades, necesidad de depender de los adultos, las limitaciones que dichos adultos imponen, etc., todos los niños se sienten víctimas, en muchas situaciones.
Esto le sucede a cualquier niño, independientemente de que tenga una vida estable, protegida, feliz y llena de amor.
Es parte de las características de la niñez.
Al crecer, los resultados de las diferentes experiencias que vivimos, la educación, ejemplos que recibimos, etc., hacen que se pierda o disminuyan este tipo de pensamientos y sentimientos o que aumenten y se establezca una actitud de víctima.

  • Haber vivido en un ambiente en donde se nos compadecía constantemente, escuchando comentarios como:
"Pobrecito se siente mal".
"Pobre, le dejan tanta tarea".
"Es injusto lo que le pasa, pero no puede hacer nada".
"A ... siempre le pasa algo malo".
El niño escucha y aprende a pensar igual respecto a sí mismo.

  • El ejemplo de uno o ambos padres que tenían dicha actitud.
Los niños tienden a imitar, de manera inconsciente, las actitudes de los padres y de la gente importante en su vida.
  • Haber sido realmente víctimas, de algún tipo de abuso:
  1. Físico,
  2. sexual,
  3. psicológico,
  4. emocional.
El impacto de estas vivencias puede ser tan intenso que repercuta a lo largo de toda su vida.
Pero aun en estos casos, pueden y "deben" trabajarse las consecuencias, para tener una vida mejor.



No importa cuál fue la causa inicial. Al crecer, las experiencias que vivimos, los ejemplos que recibimos, etc., pueden debilitar, eliminar o fortalecer nuestra actitud ante la vida.




La autocompasión, como cualquier otra emoción, tiene aspectos positivos y negativos.


El aspecto positivo es que, momentáneamente, disminuye el dolor y evita que nos autodevaluemos, (porque reduce el impacto de la culpa).
El aspecto negativo se manifiesta en que:

  • Impide que veamos el problema en toda su magnitud. 
    Se enfoca sólo en una pequeña parte del problema (la parte negativa que nos afecta directamente), por lo que no le vemos diferentes soluciones.
  • Nos aleja de la gente y nos impide resolver nuestros problemas, porque nos mantiene centrados en nosotros mismos:
    "Pobre de , los demás me…, yo no puedo…
  • Impide que nos responsabilicemos de lo que nos sucede y que actuemos, porque al culpar a los demás, son ellos los que pueden y "deben" hacer algo para mejorar la situación.
    Esto hace que tratemos de presionarlos o manipularlos, con lo que surgen nuevos conflictos.
  • Nos paraliza, porque sentimos que no podemos hacer nada al respecto, ya que no tenemos ni la capacidad ni el control necesario para resolver la situación.


¿Qué hacer?





Revisa tus emociones.





¿Cómo te sientes la mayor parte del tiempo?




¿Te sientes impotente, con poco control sobre tu vida?




¿Enojado con el mundo, la vida, Dios, tus padres, etc.?




Vives una gran parte del tiempo con la sensación de que, por mucho que hagas, no resuelves tus problemas y tu sufrimiento?





Si tus respuestas son afirmativas, tiendes a autocompadecerte y a sentirte víctima.





Recuerda que esta sensación, no es un reflejo de la realidad actual.




Es el reflejo de nuestras vivencias infantiles y del pensamiento y la percepción de un niño que vivió hace mucho tiempo.





Cuando nos autocompadecemos, no nos damos cuenta de que nuestra actitud es la que nos impide mejorar y buscar la solución adecuada.




Una actitud equivocada que aprendimos cuando éramos pequeños y estábamos realmente indefensos o cuando imitábamos algún adulto importante en nuestra vida.





Pero hoy, ya no somos ese niño pequeño, vulnerable e indefenso.




Hoy podemos cuestionar lo que se nos dijo y los modelos que tuvimos.





Cuando nos autocompadecemos, no podemos aceptar la responsabilidad de lo que le sucede.




Esta actitud puede ser el resultado de una realidad vivida.




El sentimiento de ser una víctima, no es inventado, pudo haber sufrido un abuso físico, sexual o emocional durante la niñez, la juventud e incluso la edad adulta.





La persona que vivió algún abuso, sí fue una víctima de las circunstancias, porque debido a su edad o situación, no tuvo ni la fuerza ni la capacidad y conocimientos para cambiar esa situación o alejarse de ella.





Pero cuando vive compadeciéndose y sintiéndose víctima, esos pensamientos y sentimientos vividos durante la niñez, siguen dominando su vida.




Sin darse cuenta, de que ella es ahora, su propio victimario.





Desarrolla un plan de vida.





Cuando tenemos metas claras, podemos motivarnos con mayor facilidad y reconocer los pasos necesarios para lograrlas.




Esto le da un sentido y un significado a nuestra vida, nos proporciona la sensación de control y aumenta nuestra autoestima.





Enfócate en los aspectos positivos de tu vida.




Todos los tenemos, simplemente no estamos acostumbrados a verlos o a reconocerlos.





Recuerda a la persona que dijo:




"Cuando me di cuenta de que mi vecino no tenía pies, dejó de importarme no tener zapatos".





En los artículos sobre el estrés y nuestros pensamientos, nuestras preocupaciones y cómo vencerlas, encontrarás información que te puede ayudar.





Te recomiendo, también, los siguientes artículos:










La siguiente información puede serte de gran utilidad:




Desarrolla tu fuerza de voluntad, aprende a manejar la falta de motivación y la poca tolerancia a la frustración y enfréntate al miedo al cambio, al fracaso y al éxito.






¡No sigas esperando una "solución mágica"


para resolver tus crisis y problemas!








Psic. Silvia Russek
Lic. En Psicología Clínica.
Maestría en Terapia de Pareja.
Terapia individual y de pareja.
Citas:
Tel. 044 55 1924 9863 (Ciudad de México).
e-mail: bienestar.e@gmail.com


Comentarios

Entradas populares de este blog

Historias de personas homosexuales: TOM - UN HOMBRE CASADO

Cuestionario anamnesis psicológica

Historias de personas homosexuales: ALBERT- EL PEQUEÑO NIÑO INTERIOR