La historia de RICHARD COHEN
Lunes, 16 de febrero de 2009
FICHAS DEL DOCUMENTO
5
FICHA 5.
1
1. TEMA DE LA FICHA: COMPRENDER Y SANAR LA HOMOSEXUALIDAD
2. OBJETIVOS A CONSEGUIR:
a. Conocer el proceso de sanación del autor
b. Tomar conciencia de las etapas probables de sanación
c. Reflexionar y profundizar el proceso de sanación personal
3. DOCUMENTO A TRABAJAR: COMPRENDER Y SANAR LA HOMOSEXUALIDAD (I).
Richard Cohen
CAPÍTULO: 1. Mi historia volver a ser normal
“Se dice que DONDE ESTÉ LA HERIDA DE UN HOMBRE, ALLÁ ESTARÁ SU GENIO.
Donde quiera que una herida aparezca en nuestras psiques, sea por un padre
alcohólico, un padre o una madre deshonrados, una madre abusadora, o bien
porque surja del aislamiento, de la incapacidad, o de la enfermedad, ése será
precisamente el ámbito desde el que ofrecemos nuestra mayor aportación a la
comunidad”[1]
( Robert
Bly )
Durante
mi infancia y adolescencia, recuerdo a mi padre gritándonos y a mi madre
agarrándose a mí. Yo me sentía muy distante respecto de él y demasiado próximo
a ella. Cuando tenía cinco años, un amigo de la familia vino a vivir con
nosotros. Se ganó mi confianza, conquistó mi corazón, y abusó sexualmente de
mí. Eso me empujó a experimentar la vida de manera muy intensa e hizo más
difícil para mí el olvidar las cosas. Yo tenía un temperamento más artístico,
mientras que mi padre y mi hermano eran más deportistas. Mi padre maltrataba
emocionalmente a mi hermano Neal, y Neal me maltrataba a mí. Éstas son algunas
de las causas que me empujaron a experimentar atracciones hacia personas de mi
mismo sexo.
Encontré
REFUGIO en los brazos de algunos hombres. Tuve varios “amigos” en la
universidad, y después tuve un amante durante tres años. En todo caso, no
resultaba suficiente. Quería casarme y tener una familia. Tuve una experiencia
de conversión religiosa que me ayudó a dejar mi estilo de vida homosexual. En
un momento dado conocí a Jae Sook y se convirtió en mi esposa. Eso no era
suficiente. Había reprimido mis atracciones hacia los de mi sexo. Necesitaba
curar mis heridas y dar cumplimiento a mis necesidades insatisfechas. Esto lo
logré mediante terapias, grupos de apoyo, mentores, amigos y mi fe. De este
modo fui capaz de cambiar y, finalmente, volver a ser heterosexual. Hago
pública mi historia para que podáis saber dónde he estado, dónde estoy y seáis
conscientes que EL CAMBIO ES POSIBLE.
1. PRIMERA INFANCIA Y ADOLESCENCIA
Crecí en
Lower Merino, un área residencial de Filadelfia. Era el más pequeño de tres
niños en una familia judía. Mi hermano Neal era cuatro años y medio más que yo.
Mi padre trabajaba en el negocio del calzado y mi madre era ama de casa a
tiempo completo. Lo habitual era que mi padre
volviera del trabajo y nos gritara. Para mí, debido a mi naturaleza
sensible, aquellos gritos eran como puñales clavándose en mi alma. Mi padre y
Neal tenían una relación muy antagónica. Peleaban por todo. Cuando mi hermano
sentía frustración y dolor, dirigía su agresión hacia mí. Yo intentaba
defenderme, pero resultaba inútil, pues él era mucho mayor y más grande que yo.
En el hogar de los Cohen había constantes peleas y lágrimas. A pesar de ello,
cuando había invitados en casa, sonreíamos y actuábamos como una familia feliz
de clase media.
Yo me movía entre Neal y Lydia. Un día estaba a favor de
ella, y el siguiente favor de él. Nuestra rutina diaria consistía en peleas
entre nuestros padres y peleas entre nosotros, los niños. Mi papel era el del
pacificador. Siempre estaba intentando traer paz y orden a aquel caótico hogar.
Hacía el payaso, intentando de forma desesperada relajar la tensión que se
palpaba en el aire.
Desde
que empecé la educación sanitaria, comencé a experimentar la atracción hacia
los de mi propio sexo. Aunque las niñas se fijaban en mí, yo experimentaba un
creciente interés y deseo de estar cerca de los chicos. Desde los doce años,
algunos de mis amigos querían tener experiencias sexuales. Yo consentía pero
que deseaba realmente era tener una intimidad física con ellos. QUERÍA ABRAZAR
Y SER ABRAZADO.
En
ocasiones dormía en casa de mi amigo Steve. Era maravilloso estar acurrucado
junto a él. Para mí no era suficiente, pero Steve se sentía algo incómodo con
mis continuas proposiciones de intimidad. Cada año que pasaba, mis deseos hacia
los de mi sexo se hacían más fuertes. Tuve más experiencias sexuales con amigos
del colegio. Para ellos era una novedad, pero para mí se estaba convirtiendo en
una obsesión. Al mismo tiempo intentaba actuar de forma “normal”, así que salí
con chicas. En el último año del bachillerato, salí durante algún tiempo con
María. Muchos pensaban que nos casaríamos. Supongo que nosotros también lo
pensábamos, pero aquella CRECIENTE OBSESIÓN por los hombres continuaba
hechizándome.
Cuando
tenía diecisiete años, me aventuré a ir en busca de una relación homosexual.
Fui al gimnasio de mi padre y conocí a un hombre que me invitó a su casa. Mi
corazón latía tan fuertemente que creía que se me iba a salir el pecho. Nunca
en mi vida había hecho algo semejante. Cuando llegamos a su apartamento comenzó
la seducción. Estaba nerviosísimo, pues todo aquello era nuevo para mí. No
sabía que dos hombres pudieran hacer lo que él me hizo aquel día. Mi cuerpo y
mi alma se sintieron rasgados en dos. Después, dejé su piso y tomé el metro
hasta casa. Cuando estaba esperando el metro, en el subsuelo, me fui a un
rincón oscuro y comencé a llorar. Me sentía ultrajado y decepcionado. BUSCABA
CERCANÍA, UN LUGAR SEGURO PARA ABRAZAR Y SER ABRAZADO. Lo que experimenté me
pareció como una violación.
Volví a
casa y nunca le hablé a nadie de lo que había pasado. Al final, cundo se
acababa mi último año de bachillerato, hablé con mis padres sobre mis
conflictos con la atracción hacia las personas de mi sexo. Mi madre me dijo que
lo sabía, lo que me enfadó mucho. Desde mi primera infancia había tenido una
relación de amor-odio con ella. No sabía dónde empezaba ella y dónde terminaba
yo. Sabía que parte de mi confusión de género se debía a nuestra inadecuada
proximidad. Mi padre se avergonzó de mi revelación. Se había formado en una
escuela militar y había sido un marine durante la Segunda Guerra Mundial. Pedí
que me llevaran a un psiquiatra. Fui, pero fue una experiencia estéril. Él y yo
no conectamos en absoluto.
2. UNIVERSIDAD
En 1970
fui a la Universidad de Boston, para estudiar música. Comencé con psicoterapia,
dos veces por semana, con un psicoanalista de la escuela freudiana tradicional.
Continué durante los tres años siguientes, pero resultaba un tiempo
insoportable de dolor y escaso resultado. Aprendí algo más sobre mi vida, pero
no aprendí nada acerca de los orígenes de mis deseos, ni experimenté ninguna
calma en mi dolor.
Durante
mi primer año de universidad acudí a algunos bares gay, pero no me gustó el
ambiente. Parecía un MERCADO DE CARNE y no tenía ningún interés en convertirme
en una MERCANCÍA SOBRE UNA ESTANTERÍA. Fui a algunas reuniones de la asociación
de estudiantes “gays y lesbianas” de mi universidad. En el primer año de
universidad tuve varios “novios”, cada uno de ellos durante algunos meses.
Cuando
volví a la casa, la relación era aún de mayor confrontación, pues echaba mano
de algunas de mis herramientas terapéuticas para desafiar a mis padres. En una
ocasión mi padre y yo nos enzarzamos en una pelea. Mi padre me golpeó mientras
yo estaba en la cama. Mi madre comenzó a gritar a mi padre: “¡Para!, ¡para!, por el amor de Dios, para!”
YO volví la cabeza hacia ella y le dije: “¡No!
¡Esto es magnífico! ¡Esto es lo más cerca que hemos estado en nuestra vida!”.
Ella se fue corriendo de la habitación, entre lágrimas.
Recuerdo
que después de una de mis visitas, mi padre escribió una carta que me hirió
profundamente. Al mismo tiempo, me sentí asfixiado por mi entonces “novio”,
Mike. Además de todo eso, las tareas en la universidad eran ingentes. Decidí
tomar una botella de Bufferin y acabar con todo. A pesar de ello, me desperté a
media mañana, enfermo como un animal, pero todavía vivo. Llamé a mi hermana,
que vivía cerca. Vino y me llevó a la sala de urgencias del hospital donde me
vaciaron el estómago y me estabilizaron.
Me
recuperé; continué con la terapia; volvía a las clases; acabé mi relación con
Mike; cambié de carrera y elegí el teatro; y comencé a sentirme un poco más
esperanzado. En mi segundo año de universidad conocí a Tim, que era diplomado
en Arte. Fuimos amantes durante los tres años siguientes.
Desde mi
primera infancia había tenido tres sueños. Primero, quería tener un mejor
amigo, alguien con quien pudiera ser totalmente yo, sin disculpas o excusas.
Segundo, quería actuar en un grupo que viajara por el mundo, educando y
entreteniendo a la gente. Tercero, quería casarme con una mujer hermosa y crear
una familia llena de amor.
Tim fue
mi primer sueño hecho realidad. Pero había un precio que pagar. Era una
relación “montaña rusa”. Yo era el perseguidor y él el escapado. Así fue
nuestra continua danza durante los tres años. Los momentos íntimos eran
increíbles, y el amor que compartíamos era maravilloso. Éramos los mejores
amigos. Aprendí muchas cosas viendo la vida a través de los ojos de Tim. Él
tenía una afinidad con la naturaleza y aprendí a ver cosas que nunca antes
había visto. Era y sigue siendo un hombre excepcional.
3. ITINERARIO ESPIRITUAL
Durante
nuestra relación ocurrió otro acontecimiento muy significativo. Tim tenía un
gran amor por Jesucristo. Yo me metía duramente con sus creencias hasta que me
dijo: “Richard, déjalo ya. Cree lo que
quieras creer y déjame creer lo que creo”. Me di cuenta de que tenía razón
y le pedí perdón. Como quería a Tim, quería saber por qué quería tanto a aquél
Jesús. Por primera vez en mi vida comencé a leer el Nuevo Testamento. Por mi
educación judía había sido circuncidado y confirmado, y había estudiado sólo el
Antiguo Testamento.
Mi vida
había sido una continua búsqueda espiritual, intentando encontrar el
significado y el propósito de la vida. Había intentado muchos tipos de fe y de
caminos: el judaísmo, el budismo y las terapias. Entonces encontré a Jesús. Se
trataba de un ser extraordinario. De hecho, era el tipo de hombre que yo
siempre había querido ser. Lo que admiraba de él era que sus pensamientos, sus
sentimientos, sus palabras y hechos eran “uno”. Era un hombre congruente: el
mismo por fuera que por dentro. Hablaba de perdón y de la gracia de Dios. Eran
conceptos nuevos para mí. Quería ser como él. Entonces comenzó mi camino como
cristiano. Me uní a una iglesia episcopal en Roxbury y comencé a enseñar en una
escuela dominical.
Poco a
poco, Tim y yo íbamos comprendiendo que la homosexualidad no era compatible con
la Palabra de Dios, así que eliminamos la parte física de nuestra relación.
Poco después nos adherimos a la Iglesia de la Unificación. Creí que Dios me
estaba llamando a explorar esta fe, y así me integré en 1974. Durante nueve
años permanecí célibe. Viví una vida de servicio, intentando no pensar en mí
mismo, sino centrarme en Dios, su Palabra y mi prójimo. De vez en cuando
volvían a aparecer los deseos hacia las personas de mi sexo. Me resistía y
rezaba hasta rechazarlos. Le pedí a Dios que me los quitara para siempre.
Logré mi
segundo sueño cantando en el coro de la iglesia, viajando por todos los Estados
de Norteamérica y por Asia, llevando un mensaje de esperanza y de amor. Fue
precisamente desarrollando esta actividad como conocí a mi futura esposa.
Cantábamos juntos. Ella pertenecía a un grupo de danza popular coreana.
Hablamos muy poco, pero en los años siguientes íbamos a llegar a conocernos muy
bien.
4. MATRIMONIO Y TERAPIA
En 1982
Jae Sook y yo nos casamos. Estaba en camino de conseguir mi tercer sueño. Los
primeros dos meses fueron maravillosos. Le hablé de lo que pensaba era mi
pasado homosexual. Entonces el problema volvió a aparecer. Sentí rabia contra
mi mujer. Proyecté hacia Jae Sook toda mi hostilidad reprimida que
anteriormente había sentido hacia mi madre. Comencé a tratarla como mi padre
nos había tratado a nosotros. “Haz esto,
haz lo otro”; “¿Por qué no lo has hecho así?”:”Es que no tienes ni idea”.
Seguía dándole órdenes e insultándole. Mi ira llegó a tal punto que hasta en
alguna ocasión llegué a desear matarla.
Era un
desastre horroroso, incrementado por el hecho de que entonces estaba teniendo
grandes éxitos profesionales. Era representante musical y me encargaba de
organizar giras de músicos y compañías de ballet por toda Asia. Mucha gente me
quería y pensaba que era un tipo magnífico. En casa, el doctor Jeckyll se
volvía míster Hyde, un furioso compulsivo. Me había convertido en aquello que
había prometido no ser nunca. Exactamente como mi padre. Pronto mi mujer se
quedó embarazada de nuestro primer hijo. Comprendí que debía retomar la terapia
de nuevo. En mayo de 1983, mientras vivíamos en Nueva York, fui a ver a un
conocido psicólogo. Durante un año estuve acudiendo a sesiones semanales,
individuales y de grupo. Ése fue el comienzo de mi camino de salida de la
homosexualidad.
Una
noche, después de que Jae Sook y yo hiciéramos el amor, la rechacé. Me sentía
exhausto con mis dos trabajos (como representante artístico y como camarero en
un restaurante), necesarios para mantenernos y para pagar la terapia. Jae Sook
me abrazó. En un instante sentí como si mi espíritu se hubiera escapado de mi
cuerpo. Me había disociado respecto a mi yo físico. De pronto me encontré
mirando mi cuerpo que yacía junto a mi mujer. Me resultaba demasiado doloroso
el permanecer dentro de mi propio cuerpo. Mi corazón gritaba. En aquel momento
me di cuenta de que había sufrido algún tipo de abuso en mi primera infancia.
Mi hipótesis era que había existido algún tipo de relación incestuosa entre mi
madre y yo.
Me
pareció que pasó una eternidad (que en realidad debieron ser sólo unos
segundos) antes de que “regresara” a mi cuerpo. Le pedí a Jae Sook que no me
tocara. Sencillamente me resultaba demasiado doloroso. No podía esperar hasta
la siguiente sesión de terapia. Mi terapeuta me había enseñado algunas técnicas
bioenergéticas. Golpeé unas almohadas con una raqueta de tenis para liberar mi
cólera reprimida y mi frustración. Mientras estaba dando una paliza a lo que
pensaba era algún abuso causado por mi madre, tuve una imagen repentina del
pasado. De pronto vi unos genitales masculinos acercándose a mi boca. Grité. Me
sentí asustado. Horrorizado.
Durante
los siguientes años grité y lloré mientras me dedicaba a recuperar mis
recuerdos de abusos sexuales que habían ocurrido cuando tenía entre cinco y
seis años. Un amigo de la familia – le llamábamos “tío Dave”- vivió con
nosotros mientras duraban los trámites de su divorcio. Dave era un hombre muy
grande, muy fuerte. Él me dio lo que mi padre no me daba. Pasaba tiempo
conmigo, me escuchaba, me abrazaba. Me dio la sensación de que yo era
importante y de que a él le importaba. De hecho, fue el primer adulto con quien
me sentí vinculado. Entonces, todo comenzó. Comenzó a jugar con mis genitales y
me hacía hacerle lo mismo con los suyos. Era algo que me daba miedo y me
aterrorizaba. Por supuesto, también me proporcionaba placer. Al fin y al cabo
Dios ha diseñado el cuerpo humano para que sienta placer en sus zonas
genitales. Ésta es una de las razones por las que el abuso sexual desorienta
tanto a los niños. Lo sienten doloroso y placentero al mismo tiempo.
Derramé
muchas lágrimas mientras ponía orden en la maraña de confusión y destrucción
que aquellos abusos habían causado en mí. Descubrí que mi neurología se había
programado para responder de forma sexual a los hombres. Para mí, la intimidad
con un hombre era igual a sexo. Aprendí que para estar cerca de un hombre debía
ofrecerle mi cuerpo. Era el aprendizaje de un niño hambriento del amor de su
padre. Debido a mi temperamento hipersensible y a la naturaleza extremadamente
irascible de mi padre, nunca tuve la oportunidad de sentirme unido a él. El tío
Dave era la primera figura masculina que importaba en mi vida.
5. CURACIÓN E INFIERNO
El
intentar comprender y curar los efectos del abuso sexual infantil hizo estragos
en mi vida. Estábamos esperando nuestro primer niño. Cada pocos meses yo tenía
que viajar a Asia, por mi trabajo, y trabajaba como camarero tres o cuatro
noches por semana. En aquel tiempo teníamos poco apoyo espiritual y emocional.
En Nueva Cork había pocas organizaciones dedicadas a ofrecer ayuda a quienes
deseaban salir de la homosexualidad. Frecuenté un grupo cristiano, pero me
rechazaron porque, por entonces, todavía pertenecía a la Iglesia de la
Unificación. Probé en otro grupo de ayuda a ex homosexuales, en otro Estado
vecino, y el director del programa quiso tener relaciones sexuales conmigo.
Este hecho me provocó más dolor y sentimientos de desesperanza.
Sabía que aquella herida e debía a mi insana relación con
el tío Dave y a mi distanciamiento afectivo respecto a mi padre. Por ese motivo
sabía también que para curarme y crecer necesitaba estar cerca de los hombres,
pero de un modo sano. Necesitaba experimentar la figura de autoridad, una
paternidad correctora que reconciliara lo que había salido tan mal hacía tantos
años. Pedí ayuda a algunos hombres de mi iglesia. Tenía un deseo voraz de
experimentar un amor sano, pero a la mayor parte los asusté. Mis profundas
necesidades les resultaban amenazantes y no sabían qué hacer. Además, estoy
seguro de haber suscitado algunos temas dentro de ellos, ya que LA MAYOR PARTE
DE LOS HOMBRES EN NUESTRA CULTURA LLEVAN EN SÍ PROFUNDAS HERIDAS PATERNAS (una
de las razones de la homofobia). Seguí rezando, pidiendo a Dios que me pusiera
mentores, hombres que pudieran ayudarme, en mi vida. Pero cuanto más rezaba,
cuanto más me afanaba en buscar ese tipo de hombres, más lejos parecían estar.
Al
final, decidí que no podía aguantarme más. NECESITABA TOCAR, SER ABRAZADO, SER
AYUDADO, iniciado en el mundo de los hombres. Así que le dije a Dios, a mi
mujer, y a algunos de mis amigos que, si no podía encontrar lo que necesitaba a
través de hombres piadosos, entonces regresaría al mundo homosexual para
encontrar a alguien que quisiera estar conmigo. Ciertamente no era mi primer
plan, pero sabía lo que necesitaba y sabía que no me detendría hasta lograrlo.
Así que volví al triste mundo gay. Me sentí como un completo hipócrita, yendo
contra todas mis convicciones religiosas, pero la NECESIDAD DE AMOR es más
fuerte que la religión. Le comunicaba todo a Dios. Sabía que, durante aquel
periodo de mi vida, Él me estaba guiando.
Fue un
tiempo demencial. Un tiempo lleno de dolor y de soledad para Jae Sook y para
nuestro primer hijo, Jarish. Yo estaba por ahí, dando vueltas por Nueva Cork
con mi amigo, y ella estaba en sola en casa cuidando de nuestro hijo y sabiendo
que su marido estaba saliendo con un hombre. Ahora, mientras escribo estas
líneas, lloro al darme cuenta otra vez del sufrimiento que le causé a ella y a
nuestros hijos. Estoy verdaderamente arrepentido y le he pedido perdón a ella,
a nuestros hijos y a Dios por lo que hice.
A ella
le hablé de mi resolución de mantener nuestra relación y le pedí que no se
divorciase de mí. Necesitaba curarme con hombres. No sabía cómo hacerlo. En
aquel tiempo no pude encontrar a nadie que me enseñara el camino, así que tenía
que hacerlo lo mejor que pudiese. Recé durante todo este itinerario
excepcional, desde el principio hasta el fin.
Me
llevaría volúmenes enteros el describir todo por lo que pasé en los siguientes
dos años y medio. DESCUBRÍ QUE ESTABA BUSCANDO CERCANÍA, NO SEXO. Tenía que
recuperar todo el tiempo que no había compartido con mi padre: simplemente
estando juntos, haciendo cosas juntos, hablando de la vida y aprendiendo de él.
Esto lo experimenté con un hombre maravilloso. Desde el principio fui sincero
con él y le conté que estaba casado y que quería curar mis deseos hacia las
personas de mi mismo sexo. En mí no había engaño hacia él, ni tampoco hacia mi
mujer ni hacia Dios.
Poco a
poco mi corazón comenzaba a curarse, mientras iba llorando los efectos del
abuso sexual en la terapia y pasaba tiempo con mi amigo. Pero TODAVÍA QUEDABA
UNA PROFUNDA HERIDA EN LO MÁS OCULTO DE MI ALMA. En un momento dado, este dolor
se convirtió en una úlcera. Trabajaba en exceso (como representante artístico y
sirviendo mesas en el restaurante), intentaba desesperadamente curar mis
problemas con los de mi sexo, y al
tiempo intentaba estar junto a Jae Sook y los niños. En este período
tuvimos un segundo bebé. Jessica era una niña preciosa.
Entonces
recé: “Oh, Dios, qué terrible es traer
niños a este terrible desorden. Sabes lo desesperado que estoy por cambiar. Te
pido que cuides de Jae Sook y de los niños, ya que estoy seguro de ser incapaz
y de estar infradotado para esta ocasión”.
Al final
me tomé un año de excedencia en mi trabajo. Cada vez más, mi mujer y yo nos
íbamos separando de la Iglesia de la Unificación. Estábamos luchando emocional,
mental y espiritualmente. En los años siguientes abandonaríamos ese grupo para
regresar a nuestras raíces cristianas. Ahora asistimos a una maravillosa
iglesia en nuestra comunidad. En ella encontramos amistad, apoyo y amor.
6. AVANCE
Gracias
a Dios encontré un amigo cristiano que estaba dispuesto a ayudarme a curar las
heridas homo emocionales de mi pasado. Era una persona estable y segura de su
masculinidad. No puedo describir todo lo que sucedió entre David y yo. Sí, su
nombre era David. Dios es justo. ¡Dave fue quien abusó de mí cuando tenía cinco
años, y fue David quien ayudó a curarme con treinta y cinco!
Juntos,
bajo la guía de Dios, hicimos el camino de vuelta hasta la habitación donde
sucedió mi abuso, y allí me encaré con mi mayor demonio: yo mismo, mi acusador:
“¡Fue por mi culpa!, así me sentía.
¡Eso es lo que pensé!: ¡Fue por mi culpa!
David ayudó al niño que hay en mí a ver que no fui yo quien causó el abuso, que
no era “mi culpa”. En ese instante, la conexión entre mi tío Dave y yo se
cortó, y por primera vez en mi vida, fui libre. Con aquel sentido de libertad,
sollocé en los brazos de David durante cerca de una hora. La liberación y el
alivio de saber que no era el responsable de lo que había sucedido y de que
Dios me había perdonado fueron inmensos. En aquellos momentos de liberación
encontré la libertad respecto a los deseos de mi mismo sexo. El cortar la
conexión neurológica con los deseos sexuales me liberó de treinta años de dolor
implacable y de una interminable búsqueda de hombres.
Después
de eso necesité hacer un trabajo de mantenimiento, para asegurarme de que recibía
cariño sano y no sexual de otros hombres. Encontré varios hombres que estaban
dispuestos a ayudarme. Ésta fue otra parte crítica en mi curación. De forma
gradual, tenía que aprender las principales lecciones que me perdí siendo niño,
adolescente y joven adulto. Mis amigos, Phillip, Rusell, el pastor Hillendahl,
Steve, Gordon y el pastor Schuppe derramaron y siguen derramando en mi alma
lecciones de amor, iniciándome en el mundo de los hombres.
7. MÁS CURACIÓN
Jae Sook
y yo asistimos a un congreso de Exodus en 1987, justo después de que yo diera
aquel primer paso con David. Exodus es una organización “paraguas” para las
asociaciones cristianas de ayuda a los ex homosexuales en todo el mundo. Allí
le pedí a Dios que nos mostrara el siguiente paso: qué hacer y hacia dónde ir.
Durante aquel congreso recé cada día para obtener la asistencia de Dios, pero
nada sucedió. Al final, el congreso llegó a su fin. Me fui dando un paseo hasta
un lago cercano. Me arrodillé y recé: “De
acuerdo, Dios, es hora de ajustar cuentas. No me voy a mover de aquí hasta que
no me digas qué hacer y a dónde debo ir. Aunque me muera sentado aquí. Espero
tu ayuda”. Entonces entendí con claridad: “Vete a Seattle, recibe ayuda para tu matrimonio, estudia y entonces
dedícate a ayudar a otras personas”. Sin salir de mi asombro, pregunté: “¿Podrías repetirlo una vez más?”. Las
palabras se volvieron a pronunciar exactamente como las había escuchado antes.
Le dije
a Jae Sook lo que había escuchado. Los dos meditamos este asunto durante varias
semanas hasta que estuvimos seguros de que era el deseo de Dios para nuestras
vidas. Cuando estuvimos seguros, abandoné mi trabajo. Resultó muy doloroso,
después de diez años y muchos éxitos en el negocio de la representación de
artistas. Pero había decidido que no quería hacer lo mismo que mi padre y su
padre habían hecho: tener éxito en los negocios y ser un desgraciado en casa.
Llenamos
hasta arriba una camioneta de cinco metros y medio de largo con nuestras
pertenencias, nos despedimos de nuestros
amigos en Nueva Cork y pusimos rumbo a Seattle. Allí comenzamos una nueva vida,
ignorando lo que Dios tenía previsto para nosotros. Pensé que deberíamos
trabajar con el grupo local de ayuda a los ex homosexuales. Pero después de
tener algunas reuniones con el director de la organización, me di cuenta de que
aquello no iba a funcionar. Él estaba soltero y yo estaba casado. También me di
cuenta de que él todavía estaba luchando con sus propios asuntos (de hecho,
después él dimitió para poder recibir ayuda él mismo). ¿Para qué había ido yo a
esa ciudad?
Por
entonces supimos de una comunidad terapéutica cristiana en Bacón, una pequeña
isla a las afueras de Seattle. Intentamos varias veces ir allá, pero en cada
ocasión algún accidente o circunstancia nos impedía hacerlo. Jae Sook me dijo: “Quién sabe si no es Dios que nos dice que
no vayamos”. Pero me di cuenta de que no era Dios, sino el adversario el
que intentaba detenernos. Decidí llegar hasta allí, costase lo que costase. Una
fría tarde de sábado de diciembre de 1987 nos fuimos todos. Allí conocimos a
Lou Hillendahl y su esposa, pastores de la comunidad cristiana weslayana. Una
hora después sabía que aquél era el motivo por el que Dios nos había traído a
Seattle.
El
primero de enero de 1988 nos mudamos a la comunidad terapéutica. Estuvimos con
ellos durante seis meses, siguiendo una terapia intensiva y durante los
siguientes dos años continuamos recibiendo consejo y apoyo de ellos. Su saber
hacer y su guía resultaron impagables. Crecimos como individuos, como pareja,
como padres y como familia. Nos enseñaron muchas técnicas. De ellos aprendí
cómo ser un mentor. Aprendí también a ser mejor marido y padre. Estamos
eternamente agradecidos por el cariño, el tiempo y la dedicación que prestaron
a nuestra familia. Hemos sido capaces de dar tanto a otros por lo mucho que
ellos nos dieron a nosotros.
Allí
volví a experimentar un nuevo adelanto. Durante el verano de 1988 mis padres
vinieron a visitarnos y nos reunimos todos con mis asesores en la comunidad.
Les hice partícipes de los abusos a que me habían sometido en el pasado el tío
Dave y de cómo me había adentrado en el mundo homosexual, siempre en busca del
amor de mi padre en los brazos de otros hombres. Le dije a mi padre: “Nunca me abrazaste siendo niño, al menos no
lo recuerdo. Así que, aunque tienes setenta años y yo treinta y seis, necesito
que me abraces ahora”. De este modo, ¡me eché en el regazo de mi padre!
Tuve que poner sus brazos a mi alrededor, pues él estaba rígido e incómodo. Me
sentí bien, pero había demasiada “presión escénica” con mi madre, mi mujer, los
dos niños y tres asesores mirando.
Más
tarde llevamos a mis padres de vuelta a su habitación del hotel. Pedí a todos
que nos dejaran solos a mi padre y a mí durante un rato. Entonces le dije: “Papá, ahora estamos solos tú y yo. De verdad
necesito que me abraces”. Recuerdo perfectamente aquella habitación y la
silla donde me abrazó. Me senté en su regazo y comencé a llorar. Se puso muy
nervioso, porque no puede soportar las lágrimas. Le dije: “Papá, por favor, déjame llorar. Es bueno. Necesito librarme de todo lo
que me he perdido de mi vida, de todas las veces que echamos de menos estar
juntos cuando estaba creciendo. Por favor, simplemente abrázame mientras
lloro”. De este modo me liberé de tantos años de dolor y decepción. Fue un
momento maravilloso para los dos. Por fin, nos estábamos uniendo como padre y
como hijo.
8. UN HERIDO QUE SANA
Sabía
que de algún modo nuestro camino nos llevaba a ayudar a otros a curarse de la
homosexualidad. Tomé la decisión de que primero debía ayudar a los que formaban
la comunidad homosexual sin intentar persuadir a nadie par que pensara como yo.
Durante tres años fui voluntario y trabajé con personas que tenían el sida. Fue
un privilegio y un honor el estar con aquellas mujeres y hombres. Me sentí
humillado y agradecido por cada relación y cada experiencia. Podía ver su
belleza y su crudo deseo sencillamente de ser amados.
Por
entonces, volví a la universidad para obtener un posgrado en Psicología de orientación.
Al tiempo, trabajé como camarero en un restaurante y como educador en sida para
la Cruz Roja americana. Jae Sook trabajó como maestra de preescolar. Así podía
tener con ella a Jarish y a Jessica durante el día. Continuamos con nuestro
proceso de sanación con otras parejas que habían acudido a los seminarios en la
comunidad cristiana wesleyana. Nos dábamos apoyo unos a otros. Aquel tiempo fue
una bendición. A pesar de que cada día tenía tantos momentos buenos y tantos
malos, nos teníamos a nosotros. Y eso era mucho.
Después
de mi graduación, con la guía de Dios, creé la Fundación Internacional para la
Curación. Mi idea era la de establecer centros de curación por todo el mundo
para ayudar a hombres, mujeres y niños a experimentar su valor como hijos de
Dios. Ahora que continuamos en el mismo camino, mi idea sigue siendo la misma
de entonces.
He
trabajado para la Cruz Roja americana como educador en VIH/sida, durante tres
años. También he trabajado para los Servicios Comunitarios Católicos en el tratamiento
de abusos infantiles y en los programas de reconciliación familiar. Además
desarrollé la práctica privada, ayudando a hombres y mujeres a salir de la
homosexualidad.
Comencé
a dar conferencias sobre el proceso de transición desde la homosexualidad hacia
la heterosexualidad. Pensé que, por mi afecto hacia la comunidad homosexual,
ellos comprenderían que yo no era su enemigo, sino que tan sólo estaba
presentando otra posibilidad para aquéllos que deseaban cambiar. Fui ingenuo.
Tanto en casa como en la oficina, recibimos amenazas de muerte. La gente rompía
continuamente el rótulo con mi nombre que estaba en la puerta de mi trabajo. En
casa recibimos obscenas llamadas telefónicas llenas de airadas y venenosas
palabras amenazantes y acusadoras. La oficina para la defensa de los gays y
lesbianas del Ayuntamiento de Seattle requirió a la Cruz Roja americana para
que me despidieran como educador en VIH/sida. Tenían como argumento que yo era
un homófono y que me dedicaba a difundir el odio. Muchos dentro de la comunidad
homosexual se han sentido amenazados por mi trabajo. Comprendo sus temores y su
dolor.
Durante
los últimos doce años he viajado intensamente por los Estados Unidos dando
charlas sobre la curación de la homosexualidad en campus de universidades, en
iglesias, en instituciones de salud mental, congresos terapéuticos, en la
televisión y en la radio. He dirigido seminarios de curación por los Estados
Unidos y por Europa acerca de temas tales como curación interior infantil,
relaciones matrimoniales, técnicas para padres, técnicas de comunicación,
resolución de conflictos, adicciones, abusos sexuales y manejo de la ira. En
los seis años siguientes de práctica de asesoramiento trabajé casi en exclusiva
con parejas e individuos que tenían que afrontar todo tipo de problemas como
conflictos de pareja, desórdenes obsesivo-compulsivos, problemas de ira, abusos
sexuales y adicciones. Durante los últimos seis años mi ejercicio profesional
ha tomado otro rumbo. Me dedico a asesorar principalmente a hombres y a
adolescentes que abandonan la homosexualidad. Sigo dirigiendo seminarios de
curación tanto de la homosexualidad como de las relaciones matrimoniales.
Sigo
desarrollándome para llegar a ser el hombre que Dios quiere que sea. Seguimos
creciendo como familia. Respecto a mi madre, logré un significativo avance
hacia ella con la ayuda de la doctora Martha Welch y su práctica de abrazos. Le
pedí a mi madre que nos visitase y me ayudase a revolver algunos viejos asuntos
que tenía con ella. Durante cinco días nos abrazamos mientras yo expresaba años
de dolor, ira y frustración. Mi madre escuchaba mientras yo protestaba: “¿Por qué no estabas allí cuando el tío Dave
me estaba haciendo aquellas cosas?, ¿Por qué no se lo impediste?, ¿Por qué no
hiciste algo para que papá no nos gritara año tras año?”. Lloramos juntos
mientras hacíamos memoria, revivíamos y liberábamos el pasado. Mi madre se
disculpó por sus fallos. “Lo siento,
cariño, nunca quise hacerte daño”. Al final, sucedió un milagro: me sentí
unido al vientre de mi madre. Unido con mi madre. Los muros alrededor de mi
corazón se desmoronaron y dejé entrar a mi madre. Por primera vez en mi vida,
yo estaba aquí. Estaba vivo. Sentía que pertenecía, que estaba unido a alguien.
Cuando
la llevé al aeropuerto y me despedí, quedé desolado. Echaba de menos a mi
madre. La echaba de menos. El niño dentro de mi corazón, que al final había
permitido que el amor de su madre entrara en él, la echaba de menos. Era una
sensación totalmente nueva para mí. Lloré de tristeza y de gozo.
Hace
cinco años sucedió otra bendición. Dios nos regaló un hijo precioso, Alfie.
Ahora, Jae Sook y yo, junto a nuestros tres hijos, seguimos creciendo en
nuestro amor.
Quiero a Dios con toda mi alma, mi mente y mi corazón.
Vivo hasta el final sus sufrimientos y dolores. Rezo para comprender las
atracciones hacia el mismo sexo, y el plan de tratamiento que estoy a punto de
compartir es una bendición para ti, lector, y para las vidas de los que rocen
contigo. En los últimos doce años de asesoramiento a cientos de hombres,
mujeres y adolescentes, de trabajo con miles de personas en seminarios de
curación por todo el mundo, he aprendido que no importa qué problemas estemos
afrontando: TODAS LAS HERIDAS SE ORIGINAN EN LAS MISMAS FUENTES. Como dijo Leanne
Payne, “escribir sobre la curación del
homosexual es escribir sobre todos los hombres y mujeres[2]”.
Todos nos quedamos cortos respecto a nuestro original designio de grandeza.
Cuando nos curamos, el mundo se cura un poco más. CUANDO AYUDAMOS A OTROS,
NOSOTROS NOS CURAMOS EN EL CAMINO.
[1] R. BLY, Iron John: A book about men ( Nueva
York: Vintage Books, 1990), p. 42.
[2] L. PAYNE, The healing of the homosexual, (Westchester,
IL: Crossway Books, 1984), p.31.
4. ARTÍCULO FUNDAMENTAL A LEER PARA
PROFUNDIZAR ESTE TEMA.
a. Pérdida del vínculo y trabajo de la aflicción en la terapia reparativa, de J. Nicolosi.
5. PREGUNTAS A REFLEXIONAR, TRABAJAR Y RESPONDER EN EL CUADERNO DE TRABAJO EN TORNO A TODO LO LEÍDO:
a. Escribe las ideas fundamentales que has encontrado en este capítulo.
a. Pérdida del vínculo y trabajo de la aflicción en la terapia reparativa, de J. Nicolosi.
5. PREGUNTAS A REFLEXIONAR, TRABAJAR Y RESPONDER EN EL CUADERNO DE TRABAJO EN TORNO A TODO LO LEÍDO:
a. Escribe las ideas fundamentales que has encontrado en este capítulo.
- TODOS PODEMOS LOGRAR LO QUE NOS PROPONGAMOS SI TENEMOS UN DESEO ARDIENTE y no dejamos que lo que “ellos” piensen obstaculice nuestro camino. Los que siempre dicen que no sencillamente tienen miedo a embarcarse ellos mismos en ese viaje.
- TODOS PODEMOS LOGRAR LO QUE NOS PROPONGAMOS. Si estamos decididos, contamos con el amor de Dios y el apoyo de otras personas, LA CURACIÓN ES POSIBLE. Por supuesto, en el momento actual, muchos dirán que no es posible salir de la homosexualidad. Eso es sencillamente un mito, porque EL CAMBIO ES POSIBLE.
- La familia es usualmente el punto de partida de los conflictos psicológicos de una persona: el abandono, el maltrato, el abuso, la crítica, humillación... son entre otros, los factores más comunes que conllevan al desarrollo de heridas emocionales.
- LA MAYOR PARTE DE LOS HOMBRES EN NUESTRA CULTURA LLEVAN EN SÍ PROFUNDAS HERIDAS PATERNAS (una de las razones de la homofobia).
- Cuando las necesidades emocionales insatisfechas permanecen en ese estado por mucho tiempo son ocasión para que en el individuo surjan estados depresivos profundos, tendencias autodestructivas, desesperación y neurosis.
- Para lograr una sanación emocional profunda es necesario enfrentar todos los temores del pasado, confrontar los traumas, perdonar, cubrir los vacíos con un torrente de amor sano y extirpar cada una de las cicatrices que las heridas emocionales han dejado en la vida del individuo.
- TODAS LAS HERIDAS SE ORIGINAN EN LAS MISMAS FUENTES. Como dijo Leanne Payne, “escribir sobre la curación del homosexual es escribir sobre todos los hombres y mujeres”. Todos nos quedamos cortos respecto a nuestro original designio de grandeza. Cuando nos curamos, el mundo se cura un poco más. CUANDO AYUDAMOS A OTROS, NOSOTROS NOS CURAMOS EN EL CAMINO.
b. ¿Qué de lo que has leído en este capitulo te da sentido en tu vida
hoy y por que?
La historia de Cohen es sorprendente en toda su extensión, siempre me ha gustado el sistema terapéutico de este autor puesto que se deriva de una exitosa experiencia de curación.
Pese a todos los errores que cometió a lo largo de su vida, logró llegara a la meta, y el problema que en sí fue siempre una causa de sufrimiento, se llegó a convertir en un don de sanación y crecimiento para miles de personas. ¡Realmente ejemplar!
No comparto la condición homosexual ni los sentimientos de AMS a semejanza del autor, pero capto en toda su amplitud el dolor que encierra una herida emocional, en mi caso, el gran dolor que mi enfermedad mental me ha ocasionado y que ha lastimado profundamente mi vida... ¡yo también lo lograré!, ¡ya lo estoy logrando!
c. ¿Qué de tu padre o madre se repite en ti actualmente?
De mi padre nada relevante. De mi madre heredé la predisposición genética de la ansiedad, pues ella ha tenido este tipo de problema en muchos momentos de su vida en grados de intensidad variables.
En cuestiones psicológicas poseo cierto aire de pasividad ante la vida que ha caracterizado a mi mamá desde siempre, también me acompañan muchas de sus virtudes, valores y perspectivas respecto a la amistad y amor por las demás personas.
d. Del artículo de Nicolosi, ¿cuales de las cosas que se nombran, son en tu caso las más coincidentes a tu historia?
Ninguna porque no poseo problemas de identidad de género ni conflictos con la masculinidad.
La historia de Cohen es sorprendente en toda su extensión, siempre me ha gustado el sistema terapéutico de este autor puesto que se deriva de una exitosa experiencia de curación.
Pese a todos los errores que cometió a lo largo de su vida, logró llegara a la meta, y el problema que en sí fue siempre una causa de sufrimiento, se llegó a convertir en un don de sanación y crecimiento para miles de personas. ¡Realmente ejemplar!
No comparto la condición homosexual ni los sentimientos de AMS a semejanza del autor, pero capto en toda su amplitud el dolor que encierra una herida emocional, en mi caso, el gran dolor que mi enfermedad mental me ha ocasionado y que ha lastimado profundamente mi vida... ¡yo también lo lograré!, ¡ya lo estoy logrando!
c. ¿Qué de tu padre o madre se repite en ti actualmente?
De mi padre nada relevante. De mi madre heredé la predisposición genética de la ansiedad, pues ella ha tenido este tipo de problema en muchos momentos de su vida en grados de intensidad variables.
En cuestiones psicológicas poseo cierto aire de pasividad ante la vida que ha caracterizado a mi mamá desde siempre, también me acompañan muchas de sus virtudes, valores y perspectivas respecto a la amistad y amor por las demás personas.
d. Del artículo de Nicolosi, ¿cuales de las cosas que se nombran, son en tu caso las más coincidentes a tu historia?
Ninguna porque no poseo problemas de identidad de género ni conflictos con la masculinidad.
6.
PROPUESTA DE EJERCICIOS PRÁCTICOS A REALIZAR PARA LLEVARLO A LA VIDA COTIDIANA.
ESCRIBE LAS CONCLUSIONES DE ESTOS EJERCICIOS EN TU
CUADERNO.
a. Revisemos:
Primera etapa: Se supone que a estos niveles de la terapia tendría que haber cambios a nivel de conducta: Reflexiona y responde dejando claro qué es lo que te falta para lograr esa meta de una manera completa. Valora cada punto de 1 a 7. Si ves no están plenamente cumplidas entonces debes plantearte seguir trabajando en ellas.
Esta meta se encuentra plenamente cumplida. La etapa de TRANSICIÓN fue conquistada en 2007, ya me liberé de la esclavitud de la pornografía y la masturbación, todo contacto con el mundo gay está cortado, como también todo contacto con la promiscuidad heterosexual.
b. ¿Rompiste con las actividades y relaciones no sanas?
Completamente. Vencí mi adicción a la pornografía, cesé de recurrir a la masturbación, abandoné todo trato con hombres pertenecientes al mundo gay, abandoné las salas de chat, el cibersexo, el ligoteo, el sexo anónimo, el coleccionismo pornográfico, la comercialización de este material, las conversaciones obscenas, entre otras muchas cosas. JAMÁS PERMITIRÉ QUE SE ME TRATE COMO UNA MERCANCÍA A LA QUE LE PONEN UN VALOR, Y NUNCA TRATARÉ A LOS DEMÁS COMO MEROS INSTRUMENTOS DE PLACER.
a. Revisemos:
Primera etapa: Se supone que a estos niveles de la terapia tendría que haber cambios a nivel de conducta: Reflexiona y responde dejando claro qué es lo que te falta para lograr esa meta de una manera completa. Valora cada punto de 1 a 7. Si ves no están plenamente cumplidas entonces debes plantearte seguir trabajando en ellas.
Esta meta se encuentra plenamente cumplida. La etapa de TRANSICIÓN fue conquistada en 2007, ya me liberé de la esclavitud de la pornografía y la masturbación, todo contacto con el mundo gay está cortado, como también todo contacto con la promiscuidad heterosexual.
b. ¿Rompiste con las actividades y relaciones no sanas?
Completamente. Vencí mi adicción a la pornografía, cesé de recurrir a la masturbación, abandoné todo trato con hombres pertenecientes al mundo gay, abandoné las salas de chat, el cibersexo, el ligoteo, el sexo anónimo, el coleccionismo pornográfico, la comercialización de este material, las conversaciones obscenas, entre otras muchas cosas. JAMÁS PERMITIRÉ QUE SE ME TRATE COMO UNA MERCANCÍA A LA QUE LE PONEN UN VALOR, Y NUNCA TRATARÉ A LOS DEMÁS COMO MEROS INSTRUMENTOS DE PLACER.
c. ¿Has logrado construir una red de
apoyo?
Este fue uno de los principales objetivos que perseguí cuando pensaba que tenía AMS y seguía al pie de la letra la terapia de Richard Cohen, nunca lo alcancé debidamente ya que los aspectos presenciales siempre fueron una cuestión muy difícil. Actualmente ya no requiero de un grupo de apoyo para tratar mi TOC.
Este aspecto de la red de apoyo lo veo, en mi caso, como un grupo de amigos. Este objetivo es de enorme relevancia en mi vida, así que trabajo con entusiasmo en obtener amistades sólidas y verdaderas.
d. ¿Cómo esta tu desarrollo espiritual?
La espiritualidad la vivo desde un enfoque humanista, así que soy completamente ajeno a las doctrinas religiosas. Mi interés primordial es perfeccionar mi capacidad de amar, servir, dar, auxiliar, enseñar y valorar. Me entreno en el ejercicio de las virtudes y todas las grandezas propias del género humano que hacen de la persona un ser vivo de incalculable belleza interior.
El sentido de mi vida está determinado por los objetivos que persigo.
Este fue uno de los principales objetivos que perseguí cuando pensaba que tenía AMS y seguía al pie de la letra la terapia de Richard Cohen, nunca lo alcancé debidamente ya que los aspectos presenciales siempre fueron una cuestión muy difícil. Actualmente ya no requiero de un grupo de apoyo para tratar mi TOC.
Este aspecto de la red de apoyo lo veo, en mi caso, como un grupo de amigos. Este objetivo es de enorme relevancia en mi vida, así que trabajo con entusiasmo en obtener amistades sólidas y verdaderas.
d. ¿Cómo esta tu desarrollo espiritual?
La espiritualidad la vivo desde un enfoque humanista, así que soy completamente ajeno a las doctrinas religiosas. Mi interés primordial es perfeccionar mi capacidad de amar, servir, dar, auxiliar, enseñar y valorar. Me entreno en el ejercicio de las virtudes y todas las grandezas propias del género humano que hacen de la persona un ser vivo de incalculable belleza interior.
El sentido de mi vida está determinado por los objetivos que persigo.
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