Historias de personas homosexuales: TOM - UN HOMBRE CASADO


Sábado, 03 de enero de 2009





FICHA 4. 2


1. TEMA DE LA FICHA: SANAR LA HOMOSEXUALIDAD


2. OBJETIVOS A CONSEGUIR:

a. Conocer el proceso terapéutico desde las historias de casos
b. Contactarse con la propia historia desde experiencias de otros.

3. DOCUMENTO A TRABAJAR:

DOCUMENTO Nº. 4 HISTORIA DE CASOS DE LA TERAPIA REPARATIVA, de Joseph Nicolosi.


CAPÍTULO. 2. Tom – un Hombre Casado  



Thomas James entró en mi consulta de Encino –un hombre sorprendentemente atractivo, de alrededor de seis pies de alto. Su cara era lisa, bronceada, bien fregada y humedecida; sus ojos eran de un azul intenso que combinaba con el color pastel de su polo. Llevaba pantalones chinos crujientes y mocasines marrones abrillantados.

                Le ofrecí mi mano y le sonreí. Tom me devolvió el saludo con un rápido y forzado apretón de manos, luego dejó caer su marco desmadejado en la silla de impresión de tapicería hacia la que le había señalado.

                Mientras se sentaba en su sitio, sus ojos barrieron la sala como si la estuviese evaluando. Luego, habiendo satisfecho su curiosidad evidentemente, se inclinó hacia adelante y comenzó.

                “Primero, Dr. Nicolosi, déjeme decirle los hechos. Tengo 40 años. Llevo casado quince años y tengo dos hijos: un niño y una niña, de 10 y de 7 años.”

                “Soy el dueño de West Valley Sporting Goods y, para decírselo sin rodeos, me ha ido muy bien en los diez años que llevo en el negocio.”

                Encendió un cigarrillo, sopló impacientemente en él y lo puso en el cenicero.

                “Mi esposa Cynthia y yo nos separamos hace pocos meses. Yo tenía una aventura con un chico joven, Andy, que trabajaba para mí en la tienda. Tiene 24 años.” Se rió. “Podría ser su padre.”

                “Cuando Cynthia se enteró, se puso furiosa. Dijo: ‘Quiero que cojas tus cosas y te vayas de esta casa hoy.’ ”

                “¿Cuánto tiempo hace de eso?” Le pregunté.

                “Hace seis meses. Salí caminando dejando a mi esposa y a mis hijos para vivir esta terrible vida solitaria.”

                “Hubo silencio, luego dijo: “Doctor, Realmente no me gusta mi esposa. Es una buena madre para mis hijos pero es muy negativa conmigo y con todo lo que me atañe. Somos tan diferentes… Soy ambicioso y me gusta salir, ella está atrapada en la casa y con los niños. Y controla todo en la casa. Me siento como un enano sobre el poste de tótem en casa.”

                Asentí. “Bueno, dime, ¿cómo se enteró de tu relación con Andy?”

                Un sábado por la noche, sentía que tenía que salir de casa. No había descansado –como me pasa a menudo- por lo que llamé a Andy y quedamos en encontrarnos en un bar gay al que íbamos con frecuencia.

                “En mi camino afuera de la puerta, Cynthia me detuvo y quería saber a dónde iba. Por primera vez, no sé por qué, I solté impulsivamente toda la historia. Le dije que era gay, que iba a ver a mi amante.”

                “Ella se quedó pasmada. Dijo: ‘En todos los años que llevamos juntos, ¿por qué no me lo habías dicho?’ Al principio no sabía qué decir. Luego confesé: ‘Creo que porque pensaba que podía mantener ambas formas de vida.’”

                “Entonces le dije que Andy era mi amante. El chico era un amigo de la familia. Como su gente vive fuera de la ciudad, había estado en casa con nosotros en las últimas fiestas de Acción de Gracias y Navidad.”

                “Cuando oyó que Andy era mi amante Cynthia se puso realmente furiosa.  Dijo: ‘¿Quieres decir que estabas teniendo sexo a mis espaldas con ese chico mientras yo le entretenía?’

                Tom hizo una pausa durante un momento, cogió su cigarrillo y se tumbó en el sofá. Mirando alrededor de la sala, soplando sobre su cigarrillo y exhalando profundamente, parecía dar paso a un complaciente momento de tranquilidad.

                Luego llegó al núcleo de lo que le estaba inquietando. “En verdad pensaba que sería más feliz fuera de casa. Ninguna exigencia de nadie… sólo  responderme a mí mismo. Pero desde que dejé mi familia me he sentido mi valor, vacío.”

                Movió la cabeza con tristeza. “Tener sexo con un hombre es una situación solitaria.  Las relaciones de varón con varón no duran, y en parte se debe a la deshonestidad de estas relaciones.  Hay demasiado engaño. Ese es mi mayor miedo de ser gay. Terminar solo, no tener a nadie que venga a casa.”

                Sus siguientes palabras fueron súbitas y mordaces, como si se echase una reprimenda a sí mismo. “No sé por qué estoy aquí, Dr. Nicolosi. Todo lo que sé es que no me gusta lo que he hecho con mi vida. He engañado a mi esposa, he engañado a mi madre. Los últimos tres hombres vinieron y se fueron. Incluso Andy me dejó y ahora estoy completamente solo. He perdido a mis hijos… Ahora, ni siquiera me siento cómodo yendo a verles. No tengo un verdadero hogar. Cuando voy a la casa a ver a mis hijos, me pregunto: ‘¿Les habrá hablado mi esposa a nuestros amigos de mí, de mi homosexualidad?’ Me siento terriblemente deprimido y no sé a dónde me está conduciendo esta nueva vida.”

                Más silencio. Luego encogiéndose de hombros ampliamente, dijo: “He vivido una mentira durante tanto tiempo que no sé si puedo ser sanado. Puede que ni siquiera quiera ser curado. Un paso atrás y otro adelante, atrás y adelante. A veces pienso que no existe una respuesta.”

                “Entonces debes haber oído que ayudo a los homosexuales a cambiar su sexualidad.”

                Asintió. “He oído que tu trabajo está muy lejos de lo políticamente correcto. Que hay muchos terapeutas gay a los que no les gusta lo que haces. Pero me gusta lo que he oído de ti y ese es el por qué estoy aquí.”

                “Bien,” Estaba encantado con que comprendiera mi enfoque desde el principio. “Porque si quieres ayuda para divorciarte de tu esposa para que hagas tu vida con tu pareja gay, no me dedico a eso. Por otra parte, si quieres comprender  por qué eres homosexual y lo que puedes hacer para cambiarlo, podemos empezar ahora mismo.”

                Tom me miró con aprecio y se rió. “Me gusta tu enfoque. No pierdes tiempo, ¿verdad?” Acercó profundamente el cigarrillo y lo puso en el cenicero.  “¿Por dónde comienzo?”

                “Dime lo que necesito saber para ayudarte.”

                Cuando la semana siguiente Tom entró en la consulta, parecía serio y preocupado. Haciendo apenas una pausa para saludarme, continuó con el relato de su historia de la semana pasada. Mientras me hablaba de sí mismo, se hizo aparente que Tom era de alguna manera diferente de la mayoría de los homosexuales que vienen a mi consulta. Como la mayoría de los clientes, Tom describió una queja enorme contra su padre. Como ellos, tenía un sentido interno de inadecuación como hombre. Sin embargo, Tom no mostraba evidencia externa de déficit de identidad de género. No tenía problemas de aserción con los demás hombres, y trataba enérgicamente a los demás al dirigir el negocio. Era generalmente enérgico al perseguir lo que quería. Parecía extrovertido y confidente. Aunque debajo de eso, todavía tenía la fragilidad emocional típica de muchos clientes homosexuales.

Tom, sin embargo, no dirigía sus relaciones personales de la forma en que conducía sus relaciones de negocios. Con las relaciones de amor, tendía a ser pasivo, como hizo en sus relaciones con Cynthia, Andy y sus hijos. Esta obediencia era parte de un modelo de relación que comenzó en la temprana infancia.

Tom me habló de sus problemas en las relaciones con los hombres: “He tenido algunos hombres estupendos que se me han acercado e intentado ser mis amigos pero una vez que se me acercan, digo: ‘¡Fuera!’ Me gusta más cuando puedo sostenerlos en los brazos, cuando son más jóvenes o menos poderosos y puedo controlarlos.” Con una risa irónica, “Creo que esa es la razón por la que me siento tan libre en el trabajo –allí soy el jefe.”

“Pero entonces, no sé,” continuó. “Tanto como necesito ese sentimiento de tener el control y a veces parece que pierdo el control tan pronto como el sexo se convierte en una parte de las cosas. Ya sabes,” añadió, “una vez que sexualizas tus sentimientos por un hombre, no puedes nunca ser su amigo en verdad. Es una vida de amarlos y dejarlos. Su voz se puso seria. “Me figuro que la terapia es la única relación íntima que tendré con un hombre sin sexualizar la relación.”

“Esa es una introspección excelente,” dije. “En efecto, esa es la esencia de la terapia reparativa –aprender cómo establecer relaciones íntimas y no sexuales con hombres. Porque como la mayoría de los homosexuales, tienes mucho más que simplemente un problema sexual. Necesitas algo de los demás hombres. ¿Cuáles son esas necesidades básicas que buscas gratificar en una relación con un hombre?”

Pensó durante un minuto y luego respondió abruptamente: “Necesito gustar.” Su voz era sincera, queriendo que yo comprendiera la intensidad de su necesidad. “Consigo un sentimiento especial de excitación de esa atención masculina. Hay algo que se aviva dentro de mí cuando tengo sexo con un hombre.” Buscando palabras, continuó: “Hay un momento de electricidad, de poder de esa carga de masculinidad que me apoquina.”

Pensaba que era hora de explicarle a Tom cómo la conducta homosexual es evidencia del impulso reparador para satisfacer tres necesidades emocionales insatisfechas, necesidades nunca encontradas en la relación con el padre –afecto, atención y aprobación. Como con la mayoría de los hombres extrovertidos, Tom reclamaba la atención la mayoría de las veces. “Cuando era niño, nunca tuve amigos varones, por razones que bien pudieron haber sido circunstanciales. Los chicos de mi edad parecían alejarse y yo siempre terminaba solo con mis hermanas. De alguna forma siempre me he sentido engañado por los amigos varones.”

Le apremié a que me contase más de su infancia.

Mucho de mi infancia es un vaho. Ni siquiera recuerdo muy bien la relación de mis padres conmigo o mucho de lo que pasó en mis primeros años. La mayoría es como un vacío.”

“¿Puedes recordar algo?” Pregunté.
Hizo una pausa y luego dijo con brusquedad: “Mi padre me prometió que me iba a dar un conejo una vez pero nunca lo hizo. Mi hermana me prometió llevarme a un carnaval una vez pero luego se olvidó. Nunca sentí mucha alegría mientras crecía.”

“¿Qué más?”

Pensó un momento y luego recordó: “Cuando tenía 10 años, me sentí realmente halagado cuando el chico mayor de la siguiente puerta empezó a pedirme que fuera con él a jugar al béisbol. Más tarde, me implicó en juegos y prácticas sexuales.”

“Eso es interesante,” subrayé.

“¿Qué es interesante?”

“Que los únicos recuerdos que puedes sacar a la luz son de engaños.”

Tom se rió amargamente. “Debe ser mi estado de ánimo, debido a mi ruptura con Andy.” Le oí intentar minimizar la importancia de mi interpretación y le dije que no estaba de acuerdo con que esto estuviera detrás de la colección particular de recuerdos. En efecto, el desencanto y la traición en la infancia es un tema repetido en las vidas de mis clientes. En la adultez, todavía queda un miedo de sentirse vulnerables.

Le pregunté: “¿Sentiste mientras crecías que de alguna forma tenías que comprometer tu identidad? ¿Tu madre o tu padre te expresaron de alguna forma que para recibir su amor y atención tenías que ser diferente para ellos?”

Una expresión de cuestionamiento cruzó sus penetrantes ojos azules. “En verdad no puedo decirlo. No recuerdo su relación conmigo ni lo que pasó en mi infancia. La mayoría está en blanco.”

No me sorprendió. Los niños utilizados generalmente tienen vagos recuerdos de la infancia, debido a que sus identidades verdaderas fueron enterradas hace mucho tiempo a favor de las falsas que han aprendido a adoptar. Yo sabía que cuando Tom comenzara a confiar más en mí, los recuerdos fluirían. Pero estaba claro que por ahora necesitaba simplemente continuar hablando, por lo que decidí no seguir en este tema particular. Cambiando de tema, le pregunté: “¿Has estado muy expuesto al mundo gay?” 

“Bastante poco,” dijo. “He experimentado tantas facetas de él como he podido –los bares de moda, los viajes de fin de semana a la calle Castro de San Francisco. Incluso pasé una semana en un crucero gay una vez –le dije a Cynthia que tenía que salir de negocios. Tenía curiosidad. Quería probarlo todo.”
“¿Qué has visto?” ¿Con qué te has encontrado?”

“Bien, desde mi experiencia, encontré que hay mucha infelicidad. En el mundo heterosexual, hay más de lo que parece para mantener a la gente con fe. El mundo gay tiene demasiadas oportunidades sociales y sexuales. Y los gays no tienen el apoyo social del matrimonio.”

Pregunté: “¿Ves algún problema inherente en las relaciones de hombres?” O ¿es un estigma social lo que hace que las relaciones monógamas gay sean tan difíciles de sostener?”

Presioné a Tom para que hiciese esa distinción. Un hombre que cree que la infelicidad en las relaciones gay se debe solamente al estigma social no será candidato a la terapia reparativa. Debe ser dirigido por una insatisfacción con la vida gay.

“Hay algo inherentemente difícil en las relaciones gay,” dijo Tom, concediendo: “Probablemente es más que el juicio de la sociedad.”Luego admitió: “Es el estar dos hombres juntos.”

                Tom procedió a compartir algunas ideas que sólo un hombre que había llevado una doble vida podía decir. “Los hombres tienen una tendencia a entregarse menos, no a dar tan voluntaria y espontáneamente como las mujeres. Las mujeres parecen bastante seguras de colocarse en un segundo lugar. Con frecuencia creen en sus maridos a continuación de sí mismas. Parecen menos llenas de sus egos.”

                Continuó, “Los hombres tienen una tendencia a tener miedo de la intimidad.”

                “¿Crees que la profundidad de la intimidad entre dos hombres puede ser incluso más profunda que entre un hombre y una mujer?” Le pregunté.

                Su respuesta fue a la auténtica diferencia: “No creo. Porque la mujer trae algo complementario a la relación. Equilibran las cualidades que trae el hombre.”

                Le señalé que estaba en buena posición para saberlo debido a que había experimentado las dos relaciones. Entonces le pregunté: “¿Puedes describirme en qué se diferencia el sexo entre dos hombres del sexo entre un hombre y una mujer?”

                “La experiencia sexual con los hombres es más…” buscaba la palabra, “más sexual. Parece extraño decir esto pero el sexo con las mujeres es más doméstico, más inhibido. Hay una excitación animal más cruda con un hombre mientras que con una mujer es más emocional, más de una experiencia global.”

                Continuó: Hay otra gran diferencia.  En muchas, si no en la mayoría, de las experiencias gay, el sexo va bien al principio. Dos hombres juntos tienden a querer sexo inmediatamente.”

                “¿Y luego qué sucede?” Le pregunté.

                “Desde mi experiencia, el aspecto sexual de la relación no se mantiene generalmente. En la mayoría de los casos la relación fracasa rápidamente.”

                “Eso parece apoyar a mucha de la investigación sobre las relaciones gay,” dije. Luego le pregunté: ¿Hasta qué punto has estado implicado sexualmente con hombres?”

                “El sexo con los hombres dominaba realmente mis pensamientos cuando era mucho más joven. Empezó cuando mi hermano mayor tuvo sexo conmigo cuando yo tenía 8 años. Entonces apareció el chico de la puerta de al lado constantemente durante alrededor de un año. Después de eso, hubo dos chicos en el instituto y luego una pareja en la universidad. Entonces me enamoré de Cynthia, y le fui fiel durante cinco años, hasta que nació nuestra hija. Fue un poco después cuando Andy entró en mi vida.”

                Es significativo que Tom permaneciese fiel a su esposa hasta que nació su primer hijo. Es un patrón común que la conducta homosexual de un esposo salga a la superficie como problema cuando la esposa se queda embarazada de su primer hijo. Esto tiene que ver con la necesidad de huir de las responsabilidades, en este ejemplo, la responsabilidad inminente de la paternidad. El hombre que lucha con los impulsos homosexuales se siente sobrecargado por las exigencias de su rol como esposo y padre. Estos sentimientos parecen ser parte de una tendencia más general de evitar la responsabilidad relacional, que es un problema visto frecuentemente entre los hombres que luchan con la homosexualidad.

                El predominio de este modelo sugiere de forma muy convincente que la condición homosexual no es tanto un problema de orientación sexual como de inmadurez relacional. Con frecuencia es necesario fomentar la capacidad de un cliente para crecer en la auto-donación relacional madura.

                Lo que Tom dijo luego confirmaba mi opinión. “En el transcurso de mi relación con Andy, también tuve aventuras con otros hombres. A veces, cuando Andy y yo no estábamos llevando bien, la sexualidad se convertía en una obsesión.”

                ¿Cómo podías tener sexo con hombres extraños mientras estabas en una relación con Andy?”

                Se encogió de hombros. “No lo sé,” dijo con tristeza. “De la misma forma que no sé por qué tenía sexo con Andy mientras estaba casado con Cynthia.”

                “Pero ya sabes,” reconsideró, “a pesar de todo, todavía I confío en Cynthia. Después de que me echase de casa, Andy  y yo compartimos un apartamento. Luego Andy se fue –no podía manejar mis emociones, mis cambios de humor. Yo estaba tan deprimido que llamé a Cynthia para llorar sobre su hombro.

                “Sólo un minuto,” interrumpí. “Déjame estar seguro de que comprendo. ¿Esperabas que Cynthia te consolase cuando Andy te dejó?”

                Asintió como un niño pequeño.

                “¿No era eso un poco… irrealista?” Pregunté. “Estabas teniendo una aventura con un chico del trabajo –un amigo de la familia- a espaldas de tu mujer. Te deja y ¿esperas que ella te consuele?”

                “No sabía lo que hacer, a quién acudir,” dijo. “Creo que en ese momento simplemente estaba demasiado atormentado, en crisis.” Pensó por un momento. “Ahora que lo dices… no puedo creer cómo pude hacerle tanto daño. Porque la amo. Hay una razón por la que me quedé con ella en el matrimonio. Fuimos buenos amigos durante dieciocho años.

                El narcisismo de Tom me era obvio, pero había una posibilidad más remota “¿Crees que tu insensibilidad bordeaba la hostilidad?”

                Tom me miró, desconcertado. Se quedó callado durante un largo rato y luego dijo: “Cuando lo pienso, creo que es  bastante obvio.”

                “¿Por qué crees que le hiciste daño –además de tu auto-absorción y en tu propia angustia?”

                “Bien, como sabes, simplemente no puedo ser yo mismo con Cynthia. Cuando puse los pies en su casa, me convertí en un don nadie. Es su casa, su hogar. Por lo que, sí –puede que le diera un taste del trato que obtuve de Andy.”

                En la respuesta de Tom oía repetida una queja común de muchos homosexuales casados –sentimientos de una pérdida de control de sus esposas, con un inevitable resentimiento hacia ellas.

                Se quedó tranquilo de nuevo y permaneció en silencio. Luego dijo, en un tono orgulloso: “Lo hice bastante bien hasta que conocí a Andy. Es decir, hasta que me viró las tornas, me sacó lo mejor de mí –hizo que el viejo pareciera un tonto.”

                Podía ver que Tom había sido propulsado en la terapia por este agudo dolor. Su doble vida ya no funcionaba. Había sido este trauma el              que le había llevado a reflexionar sobre la vida que había estado llevando.

                Quise volver a lo que Tom había estado diciendo anteriormente. “Háblame de cómo te sientes en casa con Cynthia.”

                “Simplemente nunca me he sentido apreciado por ella,” dijo. “Y siempre siento como que allí no descanso. Como que tengo que salir. Haz alguna locura. Encuentra algo excitante.”

                “¿Por qué,” continuó, “toda mi vida me he sentido tan dirigido? ¿Tan cansado y ansioso? Nunca estoy satisfecho con nada durante mucho tiempo.”

                Esto es algo que oigo de forma repetida de las vidas de los homosexuales. Se sienten fuera de control, que sus necesidades no son reconocidas por los demás y se encuentran atrapados detrás de una fachada quejosa y cooperadora. Su forma de conseguir alivio de este falso yo de queja es teniendo relaciones sexuales. El aburrimiento, la ansiedad y la depresión son los estados de ánimo identificados con más frecuencia como incitadores de la conducta homosexual. Cuando termina la aventura, vuelven a lo que el psiquiatra Harry Gershman llamaba sus “patrones petrificados de la existencia.”

                Los apologistas gay afirman que las insatisfacciones de estos hombres surgen del estilo de vida de matrimonio no natural al que se les fuerza que adopten. Pero yo estoy convencido de que los problemas se deben a mucho más que a la forzada conformidad social.  Los homosexuales que están casados no son los únicos atribulados por esta montaña rusa de sentimientos. He observado este mismo modelo de fluctuación  -insatisfacción desamparada alternando con euforia homoerótica- en las vidas de homosexuales que están en relaciones gay.

                El estado de ánimo de Tom cambió súbitamente y su voz se volvió aguda. “He vivido una mentira durante tanto tiempo. No sé si puedo cambiar. Todo parece un modelo sin esperanza. A veces he pensado en matarme, cuando llego al fondo del ciclo.”

                Estaba callado después de esto y entonces, encogiendo los hombros, dijo: “Puede que Dios me hiciera de esta forma. Si soy gay, Dios me hizo gay, pero por Dios Santo, ¿por qué tuvo que darme una buena esposa e hijos?”

                Aquí oí el reflujo y fluir de verdadera desesperación mezclada con sobre-dramatización. Decidí no comentar esto último, a fin de no ser malinterpretado  como no empático  con lo anterior. Sabía que la frase “Nací gay” es taquigrafía de “No quiero mirar en las experiencias de mi primera infancia que me causaron mi tendencia homosexual.” “No hay un gen gay,” le dije. “Esto es un asunto de identidad.”

                Un día pocos meses después. Tom entró dando saltos en la consulta y se desplomó pesadamente en la silla. Tenía un estado de ánimo hablador y parecía estar contento de estar conmigo.

                “Hace pocos años estuve en terapia con un psicólogo gay. Estaba luchando con mi homosexualidad, mi auto-imagen y mi matrimonio. A Cynthia y a mí no nos iba muy bien. Me había ido de casa un par de veces. Quería dejarla. Estaba aburrido. Lo único que me mantenía allí era que quería a mis hijos. Estaba teniendo aventuras escandalosas con hombres y Andy me estaba volviendo loco.

                “Aunque el psicólogo no me condujo activamente al mundo gay, tampoco me desanimó nunca. Se callaba y comentaba muy poco-“Tom reflejó una sonrisa rápida, “no como tú.”

                “Honestamente me habría gustado un poco más de dirección de su parte. Como ‘Hey, pongamos tu vida en orden, comencemos a hacer lo correcto, dejemos este loco flirteo.’ Creo que pensaba que trabajaría mi camino a través. No lo hice.”

                “¿Cómo terminó tu terapia?”Le pregunté.

                “Terminó abruptamente en el sexto cumpleaños de mi hija durante una de mis separaciones de Cynthia. Estaba triste y frustrado por perder a mi familia porque mi terapeuta me dijo: ‘No estás perdiendo a tu familia. Si te vas con tu amante, todavía puedes ver a tus hijos.’ Seguí pensando, ‘Pero gee, no voy a estar allí a las tres de la mañana cuando los niños se despiertan y lloran llamando a su papá.’ ”

                “Estabas perdiendo a tu familia,” coincidí.

                “Hablan de ‘tiempo de calidad,’ ” siguió, “sin embargo, yo digo, ‘Hey, también hay tiempo de cantidad,’ En el cumpleaños de mi hija finalmente me volví a este encogimiento y dije: ‘Hey, posiblemente no puedes relacionar lo que estoy pasando. Soy un hombre casado, tengo un compromiso con otro hombre y mi hija cumple seis años hoy. ¿Sabes lo que eso significa realmente? ¿Puedes comprender los sentimientos que están en mi interior?’ Le dije que  dejaba de ser gay, si este era el precio que tenía que pagar.”

                “¿Sentías que no podía relacionarse contigo?”

                “Sí, creo que lo frustré. No podía comprenderme.”

                En ese momento Tom se incorporó, me miró directamente y dijo: “Voy a tener que encontrar la mejor forma de trabajar dentro la situación. Probablemente siempre tendré tendencias homosexuales, me has avisado de eso. Pero también llego a darme cuenta de que existe una opción, un acto de voluntad implicado. Todavía me gustaría tener sexo con hombres pero simplemente el precio es demasiado alto. Mi matrimonio y mis hijos son demasiado importantes.”

                Al fin, Tom estaba comprometiéndose completamente en superar su atracción hacia los hombres. Sabía que era una solución que el Movimiento de Derechos Gay desdeñaría. Dirían que era deshonestidad con su verdadero yo, hipocresía –ese tipo de retórica. Yo tenía gran respeto a Tom James; había elegido el camino duro aunque creo que el correcto.

                Tom venía dos veces a la semana, regularmente. Luchando contra el tráfico de la autopista de Los Ángeles por la tarde, de alguna forma lograba aparecer puntualmente a sus sesiones. Solía llegar con impaciencia para hablar pero un día se sentó desconsolado y colapsado en su silla usual.

                “Tengo que hacer algo con mi vida. Todavía no tengo un hogar real y me estoy quedando en un hotel coquetón. Estoy solo y realmente deprimido.”

                Obviamente Tom tenía que tomar una dirección clara. Le pregunté: “¿Has tenido alguna vez algún amigo íntimo varón?”

                “Creo que sí,” dijo. Pero mientras Tom contaba de nuevo a sus amigos, quedaba claro que aunque tenía muchos conocidos, no tenía amigos verdaderos. Aunque le gustaba salir, era amistoso, extrovertido, incluso entretenido, nadie le conocía realmente. Tendía a esconderse tras una fachada gregaria.

                Dije: “Nunca tuviste una amistad cómoda y de confianza con un hombre con el               que pudieras ser realmente tú mismo. Más aún, el elemento sexual siempre ha hecho cortocircuito con las amistades al tener contactos rápidos e impersonales.”

                “Realmente creía que Andy era mi mejor amigo,” continuó. “Pero mirando atrás, está claro que era sólo una ilusión. Tuvimos una relación desequilibrada –Yo era su jefe y mucho mayor… Podía haber sido su padre. Mientras más lo pienso, más me doy cuenta de que él utilizaba estas cosas como ventaja.” Tom se mantuvo en silencio durante un momento, luego añadió con un suspiro: “Creo que ambos nos utilizamos mutuamente.”

                “¿Y sabes qué, Joe? He estado pensando. He estado utilizando la homosexualidad como una excusa, una escapatoria.”

                “¿Qué quieres decir?” Le pregunté.

                “Cuando me quito de encima la etiqueta gay, tengo que afrontar la vida, afrontarme a mí mismo. He estado utilizando mi problema como una forma para no crecer.”

                Esperé a que siguiera. “¡Oh, no tengo que encontrar mis  responsabilidades! ¡No tengo que pensar en mi familia, en los demás! ¡Soy gay!” Su tono era de auto-burla enfadado.

                No es inusual en los hombres descubrir en el transcurso del tratamiento que encuentran un sentido de seguridad o de marcha hacia atrás justificable de los desafíos de las responsabilidades de la adultez cuando reivindican la etiqueta “gay” para sí mismos. Para algunos hombres, esta identidad sirve como defensa contra las ansiedades de intimidad hombre-mujer y otros desafíos adultos. Tom también usaba la etiqueta “gay” para liberarse de un sentido pesado de responsabilidad.

                Dijo Tom: “Siempre me he puesto esta exhibición cuidada del poder del diablo de baladronada. Pero ahora me doy cuenta de que nunca me he sentido verdaderamente bravo o  de que he afrontado la verdad de lo que he estado escapando.”

                No dije nada, esperando que continuara.

                “Me sentía deprimido y lleno de ansiedad. Puedo ver que sólo he estado jugando a ser un hombre real. No creo que pueda serlo, no de la forma en que he estado viviendo. No sé si seré capaz alguna vez de establecerme y llevar las responsabilidades de mi familia.”

                Siguió un enorme silencio. Por fin, pensativamente, dijo: “Me pregunto si quiero ser un hombre, en los términos que requeriría de mí.”

                Había un tono de sabiduría en su voz mientras decía luego: “No hay nada más triste que un mariquita viejo. Eso es una cita antigua.”

                Me parecía que estaba oyendo algo de auto-dramatización en esto por lo que le llevé a alguna responsabilidad.

                “Has dicho muchas veces que te sientes como un extraño en tu propia casa, que parece ‘la casa de Cynthia.’ Te quejas de que te sientes como un extraño… que tienes que ir a trabajar para sentirte respetado. ¿Qué está mal en tu casa que no te permite ser fuerte… que te impide asumir ninguna autoridad?”

                “No lo sé,” se encogió Tom, concediendo, “pero es algo de lo sería mejor empezar a hablar. Cynthia me llamó la semana pasada y quería saber si me gustaría intentar volver a mudarme a vivir con ella.

                “¿Qué le dijiste?”

                “Bien, admito que me alegró oír su voz. Realmente me gustaría hacer lo posible para que vaya bien con ella. Le dije que lo haría.”

                “Bien.”

                “Ha estado queriendo llamarte para ver qué puede hacer para salvar el matrimonio.”

                Hablé con Cynthia esa noche y me dijo si podía verme por el bien de Tom, aunque yo no dudaba de que ella tuviese igualmente problemas de presión suyos. Yo estaba apunto de salir de vacaciones de verano por lo que quedamos para una cita en septiembre, cuando Cynthia vendría sola a verme a mi consulta.

                Después de oír a Tom describir su vida de hogar como aburrida y tediosa, me sorprendí cuando finalmente encontré que Cynthia era una rubia encantadora, extrovertida y bien vestida. Luego, una vez más, sabiendo la importancia que Tom le daba a las apariencias, debería haber esperado que su esposa fuese sorprendentemente atractiva.

                Aunque Cynthia y yo no nos habíamos visto nunca antes, nos saludamos cuando nos conocimos para la cita como si fuésemos viejos amigos. Ese sentido de familiaridad inmediata no me dejó duda del hecho de que los dos conocíamos al mismo hombre íntimamente. Además, vio en mí un aliado. Yo no era simplemente un terapeuta neutro. Estaba a favor del matrimonio y de la disminución de la homosexualidad de Tom. Algunos psicoterapeutas sugieren a los clientes que una esposa debe aceptar las aventuras homosexuales del marido. Racionalizan ese consejo absurdo hablando de “respetar la naturaleza verdadera y bisexual del esposo.” Nunca he creído que exista la bisexualidad. Para mí el llamado bisexual es alguien que no ha resuelto su homosexualidad.

                Cynthia comenzó asegurándome que había venido para ayudar a Tom. La apremié a hablar de sí misma y de su propio fondo. Ella tenía su propia historia. Su padre era alcohólico, su madre, inadecuada y frágil emocionalmente. Pude entender por qué se había visto arrastrada a la energía y a la auto-posesión que Tom irradiaba.

                Cynthia me habló de la noche en que supo la verdad de la sexualidad de Tom. “En una explosión de histeria él me contó todo lo de su doble vida. No era lo más horrible que haya sucedido en mi vida,” admitió. Su voz se calmó mientras añadía: “Por un momento, no podía creerlo.”

                Le pregunté: “¿Cómo manejaste lo que te dijo?”

                “Me enfadé… Era más fácil que tratar con mi horror. Quiero decir, simplemente no podía absorber la verdad. Le pedí que se fuera inmediatamente. Estaba tan disgustada que no podía mirarle a la cara. Luego, sentí tristeza por él, los niños y yo misma.”

                “¿Habías tenido alguna sospecha de que podría tener este problema?”

                “Sólo lo sospechaba vagamente,” dijo. “Antes de estar casados, Tom me había dicho que había tenido algunas experiencias homosexuales. Creo que yo no sabía que hacer con eso. Durante los años salía por la noche y llegaba a casa muy tarde.  La idea pasaba por mi mente pero en verdad nunca quise pensar en ello.”

                “¿Le tienes algún resentimiento a Tom por lo que les ha hecho a ti y a la familia?”

                “Tom es un hombre bueno y le quiero mucho. Pero lo que Tom quiere, Tom lo consigue. Realmente es muy auto-centrado.” Añadió con una risa ligera: “Con frecuencia sentía que tenía tres hijos en vez de dos. Como un niño, Tom siempre espera atención especial. Puede ser muy generoso con la gente pero tiene que estar en escena. Por ejemplo, sé que quiere a nuestros hijos pero a veces parece que los quiere por el amor que le pueden dar a él. Les dirá: ‘¿Qué pasa? ¿Por qué no vienen y besan a papá?’ Si están ocupados haciendo otra cosa y no le prestan atención, se ofende enseguida.”

                La descripción de Cynthia  me era familiar; Había oído relatos similares de esposas de hombres como Tom. Un hombre así está con frecuencia casado y funciona bien bisexualmente. Tiende a ser exhibicionista y narcisista y a tener –al menos en la superficie- un sentido demasiado inflado de su propia importancia. Está determinado a tenerlo todo –es decir, el matrimonio y la familia junto con las relaciones gay. Es bastante diferente del cliente más típico que tiende a sentirse inferior, auto-dubitativo y sin poder.

                Le pregunté a Cynthia: “¿Qué futuro ves aquí?”

                “Bien, quiero mucho a Tom,” dijo. “Le encantas, Joe, y espero que pueda superar su problema.”

                “¿Crees que puedes perdonarle por lo que ha sucedido?”

                “Toda la vida he tenido que hacer compromisos,” dijo. “Creo que si seguimos en la dirección que hemos tomado, podemos ser felices. Realmente ha estado mucho más conectado con la familia desde que volvimos a vivir juntos. Pero siempre tendré mis dudas, si sale por la noche…”

                Revelando la fuerza de la psique femenina, añadió: “Sé cuando conectamos Tom y yo. Puedo sentir la diferencia. Cuando Tom se aleja de mí, entonces es cuando me preocupa.”

                “¿Sabes la diferencia?”

                “Claro. Durante los años que Tom estaba liado con Andy, sentía que su energía estaba de alguna forma en otro sitio –fuera de la familia.” 

                La intuición de Cynthia tenía razón; muchos esposos homosexuales han dicho que cuando tienen aventuras con otros hombres, se encuentran evitando a sus esposas y familias. Como decía un hombre casado: “El gran obstáculo es la culpa. Después de tener sexo, llego a casa y me encuentro huyendo de la familia. Durante días, no me siento valioso para participar en nada con mi esposa o con los niños.”

                La actitud de Cynthia era típica de la de la mayoría de las esposas con las que he trabajado. Una esposa se sentirá profundamente traicionada, herida y enfadada durante muchos meses pero lo más común es que se comprometa al final a salvar su matrimonio. Lo que parece más importante es la honestidad y sinceridad del marido al tratar el problema. Una esposa estará dispuesta a tratar cualquier cosa siempre y cuando su esposo sea honesto. El esposo que puede explicar a su esposa con paciencia y honestidad las necesidades emocionales insatisfechas que yacen tras su conducta homosexual encontrará generalmente que tiene una aliada poderosa. Su esposa demostrará su comprensión remarcable si se le da la oportunidad de comprender las motivaciones que residen tras su conducta.

                Considerando el nivel previo de deshonestidad por parte de muchos esposos, siempre me he sentido sorprendido por la flexibilidad y resistencia de las esposas que deciden mantener el compromiso matrimonial. Una esposa que ama irá al infierno y volverá con su marido si es tratada como una compañera igual amada y respetada.

                Existen aspectos terapéuticos particulares para hombres casados que, como Tom, tengan base homosexual. Estos hombres son desafiados no sólo a resolver su atracción hacia el mismo sexo sino a permanecer en consonancia con sus esposas. Estos hombres ofrecen generalmente muchas razones para evitar a sus esposas: Está sobrecargada. Es crítica. Es mezquina. Negativa. Una puta. Nada atenta. Nada comprensiva. Ciertamente una esposa que se sienta descuidada tendrá sus propias reacciones defensivas y de hecho puede ser culpable de todo lo que se le critica. Puede que haya muchas razones para que el marido evite la intimidad con ella, no siendo la culpa la menor de ellas.  Pero estos obstáculos para la intimidad deben ser tratados en la terapia.

                En nuestra siguiente sesión, Tom introdujo su preocupación por el problema que sufría hacía ya mucho tiempo de sentirse excluido y sin descanso cuando estaba en casa con su familia. Con frecuencia asumía una actitud pasiva y de exclusión, cuando en realidad se sentía aburrido, desconectado y con resentimiento. El aburrimiento es, en efecto, un sentimiento expresado con frecuencia por clientes homosexuales; considero que este estado de ánimo es parte de la condición homosexual.

                Le pregunté: “¿Sabes por qué te aburres en tu propia casa?”

                “No lo sé,” dijo, “En medio de toda la actividad familiar simplemente pierdo interés y siento que quiero salir corriendo.”

                Le expliqué: “El aburrimiento surge cuando estás en una situación que no te permite expresarte.”

                Tom parecía confundido. Continué: “La mayoría de la gente cree que el aburrimiento es consecuencia de  ‘no hacer nada, de que no ocurre nada.’ En efecto, en el interior hay siempre algo que hacer, si sólo lo respetamos.”

                “La próxima vez que te sientas aburrido, pregúntate: ‘¿Cómo me gustaría expresarme ahora mismo? ¿Qué es lo que no me estoy permitiendo decir o hacer?’ Creo que te sientes inhibido y golpeado, y que hay un elemento de ira debajo de eso. Intenta sentir los sentimientos reales que yacen bajo el aburrimiento. Si realmente te permites hacer esto, creo que ya no te aburrirás más.”

                En las semanas siguientes, Tom y Cynthia progresaron en su trabajo de lograr honestidad e igualdad mutua en su relación. Mientras que en el trabajo anterior ambos se habían sentido víctimas, ahora estaban mucho más seguros en el matrimonio. Una parte importante del tratamiento había implicado conseguir que Tom conectase con su esposa y sintiese su presencia. Durante muchos años, había estado tan preocupado por sí mismo, que la había sacado virtualmente de su consciencia. Ahora, más que excluirse, hacía el esfuerzo de identificar sus sentimientos y expresarlos. Este proceso le volvería a conectar con Cynthia invariablemente.

                “¡Cuánto quiero que funcione con ella!” decía. “Cortar tajantemente con el mundo gay y estar sólo con hombres heterosexuales. Me encantaría tener un amigo varón real ahora, no un amante. Puede que algún hombre casado con familia. Necesito ese tipo de amistad si voy a tener una vida de hombre de familia.”

                Por este tiempo, Tom había llegado a comprender mucho más de sí mismo y de sus prioridades más profundas, y había comenzado a creer que podía tener un matrimonio monógamo.

                Me dijo: “Lo más importante de todo es mantener a mi familia unida. Mis hijos necesitan un padre. Mi esposa necesita un esposo. Y yo necesito una familia.” Estaba comenzando a ver la secuencia de aventuras que había tenido como carentes de significado e irrelevantes.

                “Solía tenerle resentimiento a Cynthia por regir mi vida pero mirando atrás veo que no le dejé otra opción,” dijo. “Simplemente abdiqué en las responsabilidades de mi familia.”

                “Así es,” le dije. “Entraste en un rol de pasividad y evitación en casa. Mostrabas tu resentimiento por estar atrapado en las responsabilidades de la familia con un rechazo pasivo a implicarte. Creaste un vacío que alguien tenía que llenar. Por supuesto Cynthia se metió para llenar el boquete. Entonces la acusabas –injustamente- de ser controladora.”

                “Las cosas buenas han sucedido siempre con Cynthia,” me dijo Tom. “A veces se queja de la casa y de los chicos, no parando de hablar, pero luego hablo con ella y le dejo saber cómo me afecta, y entonces se coge  y me apoya en silencio. Se ha adaptado mucho a cómo me siento.”

                “Las pequeñas luchas que tenemos ahora no son nada en comparación con las que solíamos tener.” Añadió: “Porque hay algo, en algún lugar, que se siente anclado.”

                “¿Dónde?” Le desafié.

                Tom pareció confundido por un momento y luego respondió: “En mí. Me siento más centrado, más aterrizado en mi sitio en casa. Siempre tuve este sentido de querer flotar lejos, salir de allí, escapar a otro lugar. Ya no siento eso. Y cuando lo hago, sé de qué va.”

                “¿De qué va?

                “Va de no dejarme pertenecer.” Tom hablaba lenta y pensativamente, eligiendo cada palabra con cuidado. “Va de no ser honesto con mis sentimientos. Y de no conectar con la gente que es la más importante para mí. Por mucho tiempo, me sentía aislado y distante de Cynthia.”

                “Simplemente evitando,” le dije.

                “Sí. Me tiraba en mi cáscara y templaba a todos hacia fuera.” Hubo una larga pausa. “Pero entonces,” dijo, “existían esos pequeños momentos en que la gracia se abría camino y algo bonito me golpeaba –algo sobre mis hijos o alguna cualidad de Cynthia- y de repente veía lo delgada que era mi cáscara.

                “Uno de esos momentos tuvo lugar cuando Cynthia y yo hacíamos el amor y después ella comenzaba a llorar. Mi primera reacción era, ¿Qué he hecho mal? Las lágrimas eran un poco inquietantes. Pero ella dijo: ‘Simplemente sostenme.’ Por lo que sabía que todo iba bien. Luego decía: ‘Cuando me siento así contigo, abres mi corazón y yazgo aquí completamente desnuda para ti. Realmente quiero estar totalmente contigo, totalmente abierta a ti. Pero cuando estás distante, no ahí para nosotros, entonces tengo que mantener a la familia unida y tengo que ser la persona fuerte. Tengo que hacer el trabajo de la familia, tengo que endurecerme a mí misma, endurecerme para cuidar del negocio y tener las cosas hechas para nosotros. Realmente no quiero ocupar el rol masculino o estas cualidades masculinas.’ ”

                “En estos momentos de cercanía,” continuó Tom, “cuando la verdad de nuestras vidas se atraviesa, me abro a ella y ella se vuelve suave y femenina.”

                Suspiró. “Se abría a mí y era bueno, pero también daba miedo, porque la deja tan vulnerable de ser herida incluso con más profundidad. Así que es up to me trabajar hacia un lugar en el que yo no vuelva a hacerle más daño. Me miró gravemente: “Es una responsabilidad pesada.”

                “El otro día,” continuó, “estábamos en la cocina y me preguntó: ‘Si alguna vez volvieras a caer, ¿me lo dirías?’ Pensé en ello durante un minuto y luego le dije que sí trabajando para no volver a caer más, por lo que pude prometerle honestamente que se lo diría. Todo lo que he estado haciendo me ha hecho progresar. Ya no siento esa desesperación. Sé exactamente lo que está detrás de los lapsos momentáneos. Cuando no obro bien, sé por qué no obro bien y sé lo que tengo que hacer para volver a la pista otra vez.”. Quería decir: ‘No sucederá,’ pero un hombre no puede decir ‘nunca.’ Pero estoy

                “Comprender la dinámica subyacente, las necesidades reales, veo que no es la misma atracción hacia los hombres sino algo de lo que carezco en mi interior que le da a las atracciones hacia los hombres ese poder. No se trata de quién es ese hombre atractivo de allí; se trata de quién soy yo aquí.”

                “Me lo diré a mí mismo” (levantó la voz a un tono afeminado dramático), “ ‘Oh, posiblemente no pueda resistir esta tentación…¡nací así!’ Pero esto es realmente melancolía por mi parte… un rechazo a pasar por los procesos de pensamiento necesario y un rechazo a recordar la verdad de mí mismo. Permito que la fantasía me sobrecargue.” Una vez que Tom hubo visto la verdad de sí mismo, sólo podía pretender olvidar.

                La formula terapéutica de Tom dependía de tres cosas. Confrontar las necesidades emocionales insatisfechas que yacen detrás de su conducta homosexual; desarrollar amistades masculinas no eróticas; y abrir camino a la exclusión emocional de Cynthia. A petición de Cynthia, Tom le pidió a su antiguo amante, Andy, que dejase la tienda y le ayudó a encontrar trabajo en otro sitio. Tom estaba decidido a verle como una persona del pasado y a moverse con su esposa y sus hijos hacia el futuro.
   
                Cuando Tom se acercaba a los últimos días de su tercer año de terapia, hablamos del fin.

                “¿Qué opinas, doctor?” Preguntó. “¿Estoy preparado para graduarme?”

                “Creo que sí,” le aseguró.

                “Me gustaría poder sentir total confianza en que no volveré a caer en las viejas trampas que hicieron que viniese aquí originalmente.”

                Le dije: “Ya te has comprometido con la honestidad. Eres más honesto contigo mismo hoy que en cualquier momento anterior de tu vida. Puede que tengas una caída,, puede que experimentes algunos reveses, pero eso no me preocupa porque las ideas están ahí. Tienes la comprensión. Simplemente sé honesto contigo mismo y con Cynthia.”

                Tom asintió con gravedad.

                “Las ideas genuinas no se pueden perder ni olvidar,” le dije. “No puedes volver nunca al lugar en el que estabas, psicológicamente, cuando viniste aquí por primera vez.”

                Hablando en voz baja y lenta, Tom dijo: “He disfrutado con lo que he aprendido contigo, Joe. Me has dado mucho y eso es muy importante. Voy a echar de menos en verdad el dar, el compartir, que ha venido de ti.”

                Me di cuenta de que Tom se sentía intensamente ambivalente sobre el fin de nuestra relación. Cuando llegaron los momentos finales de su última sesión, le dije: “Cuando lo necesites, puedes volver, por supuesto –incluso si es sólo para una simple sesión.”

                “Gracias,” dijo, de pie y dándome la mano con brío. “Te echaré de menos y a los compañeros del grupo también. He aprendido mucho contigo.” Había baladrada en su voz pero mientras nos acercábamos a la puerta, miró hacia atrás una vez más, con melancolía.

                Dos años después de su fin de terapia conmigo, Tom supo que era sero-positivo. Permanecí en contacto tanto con Tom como Cynthia, recibiendo  llamadas de ellos con frecuencia durante los tres años siguientes. De vez en cuando discutíamos una variedad de problemas –la comunicación entre ellos, asuntos de padres, especialmente sobre su hijo, Sean, que estaba ahora en la adolescencia.

                Tom comenzó a mostrar cada vez más los síntomas del SIDA y cuando se hizo progresivamente evidente que moriría pronto, Cynthia me pidió que le proporcionase asesoramiento familiar. Era el momento de preparar a los niños para el final. Tom y Cynthia me pidieron que les ayudase a decírselo a los niños. Pude ver su fuerza increíble cuando los cuatro estaban sentados en el sofá del salón. Durante dos horas hubo preguntas y lágrimas y se compartía amor.

                Fui a ver a Tom a su casa en las semanas finales mientras se ponía cada vez más débil. Hacía cinco años que había terminado la terapia. Un día, cuando estaba a punto de marcharme, me llamó a su lado. Con voz sorprendentemente fuerte, me dijo: “Si no hubiera sido por ti, ahora no estaría con mi familia. Tendré la bendición de morir con mi esposa y mis hijos a mi lado.

                “Estoy muy agradecido por eso,” dije.

                “Y Doctor –“hizo un guiño, “estarás contento de saber que he mantenido mis promesas a Cynthia.”

                Un mes después, Cynthia llamó una tarde. Su voz era baja y triste. Me dijo que Tom había fallecido esa mañana.

                Después de la muerte de Tom seguí estando en contacto con Cynthia y los niños, y lo hice lo mejor que pude para ayudarles en su periodo de dolor. Ella me dijo cómo sus relaciones con Tom  se habían profundizado y que su vida familiar era la mejor que habían tenido nunca. Tom había desarrollado una relación profunda con sus dos hijos, que ayudaron a cuidarle en casa mientras se agravaba. Cynthia también le había cuidado fielmente. Murió en su propio dormitorio en compañía de su familia y de una monja de su parroquia que había venido a traerle la comunión.

                La terapia reparativa ayudó a Tom a dejar de lado su doble vida. Le produjo las ideas con las que llevar a cabo y vivir de acuerdo con sus convicciones. Me siento satisfecho de poder ayudarle a encontrar lo que estaba buscando.



4. ARTÍCULO FUNDAMENTAL A LEER PARA PROFUNDIZAR ESTE TEMA.

a. Los tropiezos del matrimonio del mismo sexo.



5. PREGUNTAS A REFLEXIONAR, TRABAJAR Y RESPONDER EN EL CUADERNO DE TRABAJO EN TORNO A TODO LO LEÍDO:


a. Escribe las ideas fundamentales que has encontrado en este capítulo y haz una pequeña reflexión de cada una de ellas en relación a cómo influyen o han influido en tu vida.

  • La conducta homosexual es evidencia del impulso reparador para satisfacer tres necesidades emocionales insatisfechas, necesidades nunca encontradas en la relación con el padre –afecto, atención y aprobación.
  • Es un patrón común que la conducta homosexual de un esposo salga a la superficie como problema cuando la esposa se queda embarazada de su primer hijo. Esto tiene que ver con la necesidad de huir de las responsabilidades, en este ejemplo, la responsabilidad inminente de la paternidad.
El hombre que lucha con los impulsos homosexuales se siente sobrecargado por las exigencias de su rol como esposo y padre. Estos sentimientos parecen ser parte de una tendencia más general de evitar la responsabilidad relacional, que es un problema visto frecuentemente entre los hombres que luchan con la homosexualidad.
  • Algo muy común de las vidas de los homosexuales es que cuando se sienten fuera de control, que sus necesidades no son reconocidas por los demás y se encuentran atrapados detrás de una fachada quejosa y cooperadora. Su forma de conseguir alivio de este falso yo de queja es teniendo relaciones sexuales.
El aburrimiento, la ansiedad y la depresión son los estados de ánimo identificados con más frecuencia como incitadores de la conducta homosexual. Cuando termina la aventura, vuelven a lo que el psiquiatra Harry Gershman llamaba sus “patrones petrificados de la existencia.” 
  • Una esposa de un hombre homosexual se sentirá profundamente traicionada, herida y enfadada durante muchos meses a causa de una infidelidad pero lo más común es que se comprometa al final a salvar su matrimonio. Lo que parece más importante es la honestidad y sinceridad del marido al tratar el problema. Una esposa estará dispuesta a tratar cualquier cosa siempre y cuando su esposo sea honesto.
El esposo que puede explicar a su esposa con paciencia y honestidad las necesidades emocionales insatisfechas que yacen tras su conducta homosexual encontrará generalmente que tiene una aliada poderosa. Su esposa demostrará su comprensión remarcable si se le da la oportunidad de comprender las motivaciones que residen tras su conducta.


 b. Si eres casado, ¿en qué coincide esta historia con la tuya y en qué no?

No estoy casado.



c. Si eres casado, ¿cómo describirías a tu mujer en relación a satisfacer tus expectativas cuando te casaste?

No estoy casado.



d. Si no eres casado, ¿qué crees que esperarías de una esposa?

Una compañera fiel y comprensiva con quien compartir la aventura de vivir. Mi esposa ideal sería una mujer emprendedora, decidida y con grandes objetivos de vida, una chica no convencional, con una mente privilegiada y una personalidad extraordinaria marcada por el altruismo y la caridad.



e. ¿Te ves capaz de ser padre? ¿Crees que podrías ser un padre adulto? ¿Por qué?

Sí, puedo llegar a ser un gran padre, sé cómo educar y cuidar a los hijos, me siento preparado para asumir un rol paterno. Conozco por experiencia el significado del sacrificio, la abnegación, la entrega desinteresada y altruismo; amo inmensamente a la familia y jamás dudaría en hacer lo necesario por los seres humanos que me son más queridos, en verdad que he logrado entender lo que significa el amor de los padres hacia los hijos, ¡la familia es lo más importante!




6. PROPUESTA DE EJERCICIOS PRÁCTICOS A REALIZAR PARA LLEVARLO A LA VIDA COTIDIANA. ESCRIBE LAS CONCLUSIONES DE ESTOS EJERCICIOS EN TU CUADERNO.


a. La próxima vez que te sientas aburrido pregúntate: ¿Cómo me gustaría expresarme ahora mismo? ¿Qué es lo que no me permito decir o hacer? ¿Te sientes inhibido? ¿Tienes ira? Intenta sentir los sentimientos reales que yacen bajo el aburrimiento.


El aburrimiento que a veces me acompaña es producto de la falta de diversión, actividades recreativas y momentos gratificantes de actividad física al lado de otras personas. Hasta el día de hoy he vivido una vida muy monótona y no he tenido la oportunidad de satisfacer todos estos anhelos con las personas con quienes comparto a diario, esa situación hace que muchas veces me sienta muy frustrado.


En épocas anteriores de mi vida ese aburrimiento se convertía normalmente en casi depresión, para mi era muy doloroso ver muchachos jóvenes jugando tan felizmente y yo ahí parado como un bobo mirando disimuladamente lo bien que la estaban pasando, o caminar solo por los centros comerciales no pudiendo evitar mirar a los grupos de amigos caminando y charlando tan animosamente, en verdad que llegué a sentir mucha envidia de todo eso y una profunda frustración, nunca comprendí en ese tiempo el motivo por el que yo no era capaz de tener amigos, me sentía tan mal y decepcionado de mi mismo al ver que cosas tan fáciles de conseguir parecían problemas de máxima complejidad para mí.


Ahora que veo las cosas con más claridad me doy cuenta que no me he divertido verdaderamente desde la época mi niñez, momento de la vida en que me sentí tan feliz...; después que enfermé y me volví tan psicorígido me convertí en un anciano a nivel mental, y no logré conectar con las personas de mi edad que en ese tiempo eran adolescentes, además el problema cerebral creo la "persona" del TOC que me mantuvo cautivo por años y años, tiempos en los que no era yo el que vivía sino esa horrible enfermedad, que me hacia creer que en verdad yo actuaba con libre albedrío y con plena facultad de pensamiento, también me engañaba haciéndome creer que yo tenía el control de mi vida.

Esta cosa tan espantosa que se apoderó de mi me obligó a realizar tantos absurdos, cosas que nunca quise hacer, pero yo siempre pensaba que la responsabilidad de todo eso me concernía a mí, pues no reconocía la presencia de esta cosa.


Ahora que lo pienso esta cosa me recuerda a las distintas personalidades que caracterizan a un problema psiquiátrico disociativo llamada "trastorno de personalidad múltiple", pero con la gran diferencia que este último crea estados de desconexión mental, así que las distintas personalidades que acompañan al sujeto no se conocen entre si e ignoran mutuamente su existencia; en cambio, en el caso de mi TOC, yo si intuía la presencia de algo ajeno a mi voluntad, pero por mucho tiempo fui incapaz de comprender su existencia y su manera de operar y controlar mi mente.


A lo largo de todos estos años no he hecho algo que realmente haya sido divertido..., en mi adolescencia, sólo empleaba juegos de vídeo para hacer algo distinto a estudiar o trabajar; a veces me sacaba del aburrimiento la televisión, el cine o los comics, aunque en el fondo nada de eso me era realmente placentero, yo deseaba ardientemente compartir constructivamente con los demás, y con amigos que me profesaran un afecto sincero y sano.

Cuando apareció la internet me aficioné a ello, y después terminé siendo un adicto de la pornografía y un partidario del cibersexo. Durante muchos años mi única "diversión" fue ese tipo de estupideces, y para rematar enfermé más de lo que ya estaba, y desarrollé otro sinnúmero de trastornos psicológicos que me encerraron aún más y me aislaron de los demás.


En este momento de mi vida me siento vacío de diversión, pero ya no me deprimo ni caigo en estados de desesperación, he aprendido a adaptarme y a ser mucho más paciente, más esto no significa que no desee con pasión tener una vida excitante, muy divertida y un gran número de buenos amigos, así como un selecto grupo de amigos íntimos. Actualmente no realizo actividades divertidas porque no cuento con personas a quienes les guste jugar o amen el deporte, así que sería una tontería aburrirme más jugando en soledad.

Mis actuales compañeros son personas adultas que no gustan de las actividades físicas recreativas o los pasatiempos juveniles, ellos aman hablar todo el tiempo de la vida, las mujeres, los negocios, las novias o cualquier otra cosa ajena a lo que me gustaría realizar, además usualmente encuentran "diversión" en cosas como las fiestas marcadas por el alcohol, los bailes exóticos, juegos como el billar o las cartas, flirteos, y otras muchas cosas que me son muy poco atractivas.

El tipo de diversión que yo busco dudo mucho poder encontrarlo en personas adultas convencionales, así que en esencia está es la RAZÓN PRINCIPAL DE MI FIJACIÓN AFECTIVA EN LA ADOLESCENCIA, me niego bajo toda forma y pretexto a abandonar mi sano deseo de vivir mi juventud, no quiero perderla ni llevar sobre mis hombros el triste recuerdo de nunca haber compartido mi vida con personas jóvenes y haber disfrutado a su lado de tantos y tantos intereses momentos de esparcimiento y diversión sana y constructiva.


Este tan importante objetivo sigue en la lista de cuestiones vitales pendientes, he trabajado mucho en ello pero no he conseguido los resultados esperados, mi mayor dificultad ha sido encontrar un grupo adecuado de jóvenes del cual extraer el tipo de amistad que requiero para cubrir mis necesidades, aunque sin duda alguna que en este año al fin tendré la oportunidad de socializar con un buen número de personas menores de 20 años y mayores de 13, la sola idea me resulta tan confortable y placentera, realmente me emociona lograr este tan transcendental objetivo de vida.

b. Resume las ideas principales con respecto al artículo y aplícalas a tu vida.

Respecto al artículo sobre "matrimonios homosexuales" no tengo algo que aplicar a mi vida, la sola idea de considerar una "unión gay" me causa náusea, es una burla a mi inteligencia y dignidad, además todo lo gay me resulta repulsivo.

Respecto al caso de Tom, no hay similitudes entre nosotros, pero si somos parecidos en cuanto a no poseer "déficit de identidad de género", aunque él si tenía afectado su sentido de masculinidad. Me ha gustado mucho su proceso y las distintas cuestiones terapéuticas fundamentales que abordó en él.

Comentarios

  1. ¿Al final te sirvió la terapia de Cohen? ¿Cual es tu vida actual?

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