Algunos esbozos de mi niñez




Estos son extractos de mi viejo diario, datan de 2006, en esa época pensaba diferente, y estaba bastante obsesionado con el tema de la religión, por eso, en aquellos tiempos mis escritos estaban marcados con gran efervescencia espiritual.  Actualmente no profeso ningún credo, no estoy seguro si Dios existe, pero no condeno las religiones, y soy respetuoso de todos los creyentes, y de los que encuentran en la fe religiosa un motivo para vivir y ser felices.

Más adelante les contaré mi historia con la religión y mi punto de vista actual sobre ese tema...  cabe destacar que he decidido publicar las entradas más relevantes de mi viejo diario, sin editarlas, tal y como las redacté en aquellos tiempos, fue hasta 2011 que descubrí que era autista, anteriormente asumí muchas teorías para explicar mi vida, en ese año también pensaba que tenía algún tipo de complejo homosexual porque si no me sentía atraído por las mujeres, entonces necesariamente debían "gustarme" los hombres, y uno hasta termina autoconvenciendose de ello .

Pienso que el relato que sigue es bastante positivo, no mencioné las muchas conductas extrañas que tuve referentes al autismo porque cuando escribí ese corto relato intenté centrarme en lo mejor de mi niñez.


Martes, 18 de julio de 2006



MI NIÑEZ


Todo comenzó en el vientre de mi madre… en ese instante en que fui rechazado por mi progenitor. Los recuerdos más claros datan de mis 3 años, en esa época y a lo largo de los años siguientes noté cierta agresividad sin razón aparente, ese dolor de la gestación posiblemente me marcó… actualmente soy muy bonachón y amable, pero siento ese malestar que me causa las expresiones de cariño, me ha costado mucho trabajo expresar mi afecto por alguien, pero Dios me ha enseñado a amar de verdad, a apreciar a los otros por lo que son, hijos de Dios también, y a preocuparme por sus vidas; se poco a poco a poco aprenderé a sentir agradablemente el calor humano.

Antes de los 10 años fui un niño normal, recuerdo que jugaba con los otros niños, peleaba y me integraba en pandillas de amigos; me familiarizaba mucho con los vecinos y practiqué actividades deportivas y de recreación en general. Los juegos infantiles de esos años de mi vida fueron agradables.

En esa época vivía en casa con toda la familia de mi mamá, su hermanas y sus papás, mis abuelos; mi mamá fue una madre sobreprotectora pero no una dictadora, al contrario, siempre me concedió mucha libertad y en todo momento me enseñó a tomar decisiones acertadas sobre la vida, mi mamá decía que ella no quería educarme como a un hijo consentido y mimado ni tampoco como a un soldado de alguna guarnición militar, pero a veces las cosas no salen tan exactas como uno las planifica, y en esa época fui hijo único; mis otros parientes también compartía la misma posición, aunque gocé del cariño y la protección de todos en la forma personal de cada uno.* Mi mamá me enseñó con sus palabras y su vida la importancia de sobrevivir, pero por su carácter y la pasividad de mi familia no logré aplicar ese concepto a mi vida cabalmente.*

También aprendí el valor de la renuncia, pues crecí en un ambiente humilde, sin comodidades y con varias privaciones; gracias a Dios nunca me faltó lo necesario para vivir; a esta edad aprendí a pensar como adulto y a ver las cosas desde esa perspectiva.* Nunca vi en mi abuelo la figura de mi padre, mi abuelo era un hombre mayor de fuerte carácter que me expresaba su cariño de una manera poco emotiva pero si muy motivante por su testimonio de vida, fui consciente todo el tiempo que él era simplemente mi abuelo, y como mamá trabajaba todo el día, fue mi abuela la prácticamente me cuidó, aunque mamá esta pendientísima de mí y en todo sentido percibí su gran amor por mi persona…, le estoy infinitamente agradecido por todo lo que ha hecho por mí…, por sus cuidados, por sus sacrificios, por sus esmeros y fatigas, por haberme permitido disfrutar del banquete de la vida, por no abandonarme, por darme una familia y por enseñarme a conocer a Dios; hoy en día es triste lo que muchas madres solteras hacen: o abandonan a sus hijos, o los matan en su propio vientre.*

No percibí la ausencia de mi padre con claridad, relativizaba muchas situaciones de la vida, más que todo lo concerniente al ámbito familiar…, esa ausencia de mi padre sin duda fue lo que disparo el inicio de los complejos de inferioridad, porque francamente no percibo en la actualidad “el hambre de padre”, al menos no tengo conciencia de esa situación, y se puede probar por la distinción de mis intereses homoeróticos, mi padre indudablemente hubiese sido la mejor de la fuentes para la afirmación de mi masculinidad, como modelo de virilidad cercano y como factor animante en mi adolescencia, así con certeza creo que se hubiese evitado el avance progresivo del complejo homosexual; aunque aquel hombre por los antecedentes de su vida, creo que no hubiese sido un buen padre.*

La otra causa por la cual la lejanía de mi padre no se hizo patente fue por la estrecha relación que sostuve con Dios desde los primeros años de mi vida, Él siempre fue ese padre que no tuve y nuestro Señor desempeñó el papel paterno con su admirable perfección.* ¡Él me cuidó todo el tiempo como a las niñas de sus ojos! Mi mamá me enseñó a rezar, a comprender la buena nueva y a practicar la misericordia.

Desde los 6 años me embarqué en la lectura de libros espirituales y de vidas de santos, me la pasaba tardes enteras en la casa de una hermana de mi abuela en donde sobreabundaba este tipo de literatura, recuerdo que al primer santo católico que conocí fue a San Juan Bosco y me propuse imitar su celo sacerdotal por las almas de los jóvenes y también me impactó el ejemplo de heroica pureza de Santo Domingo Savio, lo tomé como modelo para los posteriores años; a esta edad me inscribieron en el catecismo y nació mi amor por la eucaristía dominical y la formación cristiana que nunca descuidé.

Jesús me instruyó internamente de formas que no logro entender, él me regaló abundantes gracias; todo el amor que debí recibir de mi padre, lo recibí de Él, nuestro verdadero padre; en ese tiempo también entendí que había nacido para ser totalmente de Jesús y que estaba llamado por Él a ser uno de sus más fieles servidores y amigos.

El complejo de inferioridad social tuve sus inicios a los 6 años, recuerdo que me avergonzó mi ascendencia humilde, los pocos recursos de mi familia, el trabajo de mamá, el aspecto de mi casa, la ropa que vestía, el no tener papá, el llevar al colegio útiles escolares y refrigerios cualitativamente menos valiosos que los de los otros compañeros, y muchas cosas más por el estilo.* Este complejo de inferioridad me aisló un poco, pero no impidió que me relacionara con mis compañeritos ni que desarrollara actitudes sanas.*

Este complejo ha sido uno de los más agobiantes de mi vida, es lo que me a impedido tratar con cercanía a los demás, me ha infundido la idea de la burla social y del rechazo de esas potenciales amistades que siempre he querido.* El complejo se desarrolló progresivamente y alimentó a todos los demás problemas y también dio fuerza y cabida a los otros problemas mentales, es una de las mayores causas de mi baja autoestima.

En la actualidad ha disminuido su intensidad, porque me he abierto mucho al amor de Dios, a situaciones de sufrimiento infrahumano en otras personas, también porque he dado pasos firmes en vencer estos temores y porque me esfuerzo en cultivar la humildad.* Cristo me hizo entender que la vida es una corta peregrinación cuyo único propósito es ganarlo a Él, que es la misma vida eterna, y que la estadía aquí es mucho más que tener dinero, posesiones o títulos profesionales; pues el amor y las virtudes son lo que verdaderamente valen y hacen grande y noble a alguien.

Los problemas neuróticos y demás trastornos psíquicos surgieron a la edad de 10 años; no estoy muy seguro sobre como fue, pero tengo algunas ideas claras.* Alrededor de esta edad fue cuando comencé mi servicio formal en la iglesia y mi entrega total a Dios…

Recuerdo que las crisis mentales neuróticas iniciaron de un día para otro, sin causa aparente; comenzaron a invadirme pensamientos negativos, ideas obsesivas y compulsivas, fobias y un terrible miedo hacia ciertas personas y niños.* Posiblemente sucedió algo cuyo recuerdo está reprimido en mi memoria, algo que me impresionó terriblemente y alteró toda mi conducta, o simplemente es el resultado de arquetipos mentales distorsionados.

A esa probabilidad se suma el shock a causa del primer embarazo de mamá después de mi nacimiento, en casi las mismas condiciones que el mío, y que creó en mi familia discusiones y constantes pleitos.* Todas esas cosas debieron alterar mi sistema nervioso, atrofiar mi crecimiento físico y psicológico y bloquear varias de las funciones corporales, me sucedió algo parecido a lo que le pasa a las plantas en condiciones inapropiadas para su crecimiento, sin embargo desarrollé cierto grado de resiliencia.

No se mucho sobre el tema, así que simplemente evalúo los antecedentes. El consuelo del Señor me sostuvo, y en la santa misa diaria encontré fortaleza y alegría para vivir, para seguir luchando, también en ese tiempo me volví muy devoto de la Santísima Virgen María.*

Recuerdo que mi excelente rendimiento académico de los años anteriores disminuyó por completo, no me gustaba ir a la escuela porque algo que encontraba allá me asustaba, el trastorno obsesivo-compulsivo alcanzó su máximo apogeo en esa época, yo era el de tipo verificador y repetidor, y era incapaz de parar esos rituales absurdos; hasta el momento no he podido entender muy bien el origen de todo eso…

Esta situación se extendió por alrededor de un año, fecha en la que terminé la primaria y me integré por completo en el trabajo con la iglesia católica; ahora viene a mi memoria aquella frase bíblica: “el que quiera servirle al Señor que se prepare para la prueba”, y en mi vida si que notado muchas de esas pruebas.

Comentarios

  1. Hola.

    Que buen relato de vida. Me gustaría conversar contigo más de cerca, ¿en qué país estás? Estoy atento a tu respuesta.

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