Mecanismos para ayudar a la risa





La risa es la mejor arma para eliminar el estrés, la depresión, la irritabilidad y varios estados neuróticos. El humor libera las tensiones interiores y edifica las relaciones humanas.

Las siguientes son algunas de las muchas ténicas para generar la risa y el buen humor:

  • La diferencia
Algo que puede ayudarnos mucho a predisponernos de una forma fuerte a la risa es hacer las cosas de una forma distinta a la que estamos acostumbrados a hacerlas. Es una forma de romper un poco con la rutina y hasta burlarnos un poco de nosotros mismos, sintiéndonos torpes o, al menos, no tan eficientes como de costumbre. 

Nos referimos a tonterías como, por ejemplo, comer con la mano cambiada o escribir con la mano menos hábil. Esto rompe un poco con la rutina y fuerza a un cierto esfuerzo físico y mental, a un desarrollo de habilidad nueva. Pero, por otro lado, también nos hace sentirnos torpes y un tanto tantos. Esto no nos va a hacer reír, pero va a predisponernos a la risa y, especialmente, va a obligarnos a no tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos.



  • El ambiente
El ambiente que tenemos alrededor juega un papel importantísimo en la forma en que nos sentimos y en nuestro estado de humor. Si estamos en un lugar depresivo, pintado en tonos oscuros, mal iluminado, con una total apatía en su decoración, lo más probable es que nuestro estado de animo se termine pareciendo a eso. Si, por otro lado, el lugar donde estamos esta bien iluminado, es colorido, tiene una decoración que nos resulta jocosa o, al menos, alegre, entonces esto nos va a predisponer a estar de buen humor y a reírnos de cualquier cosa que nos parezca por lo menos un poco graciosa. 

Una buena idea, en especial si es una oficina o lugar de trabajo, es relajar un poco la atmósfera no solo decorándola a nuestro gusto (en tanto esto sea posible) sino además agregando posters o carteles humorísticos al lugar. Pueden ser fotos de animales o personas con algún comentario ocurrente o cualquier otra cosa. Personajes de tiras de diarios que nos gusten o, inclusive, las propias tiras fotocopiadas o aumentadas (para que sea más fácil leerlas, aún cuando no estamos al lado). 

Este tipo de cosas va a hacer que en cualquier momento nos topemos con una de ellas y soltemos una carcajada. Podemos cambiarlas cada tanto, para que mantengan la novedad y no se vuelvan viejas y gastadas. Además, impulsaran nuestra propia creatividad y terminaremos haciendo nuestros propios chistes y riéndonos de las cosas que se nos ocurren.



  • La respuesta
Una buena forma de despejar un poco la ansiedad típica de los lugares de trabajo y también del hogar, cuando hay que actuar frente lo que nos dicen las otras personas, lo que nos piden y la forma en que esperan que nosotros reaccionemos; es contestar de una forma que nadie se pueda esperar, recurrir a una respuesta humorística que nos permita romper con el clima de seriedad que genera esta tensión de la que hablábamos. Ni siquiera es necesario que las respuestas sean buenas. La mayor parte de las veces hasta la tontería más grande puede generar carcajadas cuando es dicha en el momento exacto; que suele, además, ser el más inesperado. 

Estas respuestas ya las podemos tener preparadas de antemano, si es que sabemos que una situación en particular se va a presentar con casi total seguridad. No hay limites a lo que esto puede ser, pero si tendríamos que tener en cuenta a quien le estamos haciendo el chiste, para evitar que la tensión que pueda existir explote en forma de ira por un comentario de mal gusto o que sea de algún modo ofensivo para esa persona en particular. 

Si utilizamos este recurso bien, no solo nos sentiremos mejor nosotros (más relajados y tranquilos) sino que también nuestros compañeros o familiares se beneficiaran. Y comenzaran a hacer sus propios chistes, una vez que el hielo se rompió, con lo cual la mejora en el ambiente será notable. 



  • Las bromas
Una variante de las respuestas humorísticas son las bromas. En realidad, no son una variante, pero son una forma de llevar un poco de buen humor de vez en cuando. Todos tenemos un amigo que cuenta chistes en fiestas y cosas así y sabemos como puede hacer que el momento más aburrido se convierta en un festival de diversión. Esto es algo a tener en cuenta. 

Lo que podemos hacer es aprender al menos una broma por semana, un chiste de esos que requieren de que contemos una “historia” (que preparemos el ambiente) y luego terminemos con un remate. Estos pueden ser muy efectivos, cuando están bien contados, para lo cual se necesita un poco de practica. 

Podemos encontrar montones de chistes en Internet o nuestros amigos seguro saben muchos. Algunos son buenos, otros no tanto, pero bien contados todos pueden sacar una sonrisa. 

Si aprendemos un chiste por semana y lo repartimos, lo contamos, haremos que todos se sientan un poco mejor. 

Igual, recordemos que los chistes son solo una parte del humor y que está en nosotros realmente ser graciosos o no. Y que es mejor el crear nuestros propios momentos humorísticos que recurrir siempre a los chistes de suegras y cosas por el estilo. 



  • Contagio
La risa es altamente contagiosa. Es probablemente lo único que es contagioso y que nos resulta benéfico a la vez. 

Si tenemos problemas para reírnos en soledad, lo mejor que podemos hacer es llamar a alguno de nuestros amigos o de las personas con las que más disfrutemos de pasar un buen rato. Cuando estamos en un grupo, no solo se multiplican las posibilidades de que alguien diga algo humorístico, sino que cuando alguien empieza a reír más fácil se le hará a los demás seguirlo. Es una forma de romper el hielo. Una vez que alguien da el puntapié inicial, el resto de las personas lo seguirá. Es una forma de retroalimentación que hace que cada vez riamos más y con mayor fuerza. 

Siempre hay un grupo en particular de gente que tiene mayor facilidad para hacernos reír. Cuando estamos necesitando de pasar un momento humorístico, lo mejor que podemos hacer es llamarlos. El contagio de la risa es la mejor arma que tenemos para ser capaces de reír.



  • Colección
Así como podemos reírnos de cualquier cosa o situación que se nos presenta, también hay ciertas lecturas o imágenes que favorecen esto, que apuntan directamente a nuestro sentido del humor, que son particularmente efectivas para nosotros, aunque no lo sean para los demás.

Siguiendo la misma lógica que marcábamos cuando hablábamos del ambiente y de hacerlo más humorístico utilizando posters o recortes de revistas, también es una buena idea el coleccionar, de forma activa y consciente, recortes o capítulos e imágenes que nos causen gracia. 

Una pequeña carpeta con todo ordenado y archivado puede ser el lugar al que acudir cuando nos estamos sintiendo mal o ligeramente deprimidos.

También podemos seguir una especie de diario en el que incluimos todos aquellos eventos que nos parecen humorísticos y que nos han ocurrido durante el día o la semana; además de aquellas frases o comentarios que hicieron que estallásemos en carcajadas. Créanme que cuando lo miremos más adelante, en algún mal momento, no podremos contener las risitas. 



  • No tomarse demasiado en serio
Lo que deberíamos hacer, al menos al comienzo, es enfocar el humor en nosotros mismos, en nuestros propios defectos y puntos débiles, en nuestras propias contradicciones internas. O sea, no deberíamos tomarnos demasiado en serio, sino hacer girar nuestro humor en torno a nuestra persona. 

Aquellas personas que no pueden reírse de si mismas no pueden tampoco hacerlo de los demás. Nadie es perfecto y todos damos motivos para los chistes. Esto es una verdad innegable. ¿Qué pasa si alguien hace un chiste sobre nosotros, sobre algo tonto o gracioso que hayamos hecho, y no somos capaces de entenderlo como un chiste, sino que nos enojamos? ¿Esa persona puede luego aceptar un chiste que nosotros hagamos sobre ellos? ¿O reaccionara de la misma forma en que lo hemos hecho nosotros? 

La capacidad de no tomarse uno mismo demasiado en serio (sin necesidad de, por eso, convertirse en una caricatura, respetándonos pero a la vez entendiendo que todos damos, en algún momento, de una forma u otra, pie para que alguien haga chistes con nosotros) nos da una forma distinta de mirarnos. Es comprender que, pese a no ser perfectos, esto no tiene que ser, de ninguna forma, motivo de amargura, sino que nos marca como seres humanos. 

Y, con respecto a los demás, todo el mundo prefiere a una persona capaz de tomarse los comentarios con humor. No quiere decir que debemos soportar la falta de respeto, pero si los chistes bien intencionados. Y, eventualmente, los contestaremos con nuestros propios chistes sobre los demás. Esto genera un clima de camaradería muy agradable.



  • Catarsis
El humor no es, por supuesto, la única forma de hacer catarsis. Las lagrimas también juegan un papel importante para hacer que nos sintamos mejor. Llorar y reír son caminos que nos llevan a sentirnos mejor y que no debemos tener miedo de tomar, bajo ninguna circunstancia. 

Compartir nuestros problemas con los demás es una de las mejores formas de comenzar a andar esa senda. Los seres humanos somos animales sociales, esto quiere decir que necesitamos de los demás seres humanos para entablar relaciones con ellos. No podríamos vivir de otra forma. 

Y cuando tenemos problemas o nos sentimos mal por algún motivo, pasa exactamente lo mismo. Necesitamos de otros seres humanos para poder procesar lo que nos esta pasando y ser capaces de sacarnos de encima lo que nos esta haciendo mal. Solos no podemos. Así que no debemos tener miedo de compartir con los demás nuestros problemas. Es la forma de hacer catarsis, tanto a través de la risa como de las lagrimas.




  • El niño interno
Todos tenemos un niño adentro. Es una frase vieja (tanto como aquella otra que dice que todos tenemos veinte años en un lugar del corazón) pero que no por esto (o, tal vez, justamente por causa de esto) deja de ser verdad. El problema es que, muchas veces, con la necesidad que tenemos de ser adultos, nos olvidamos de cómo expresar lo que ese niño puede expresar. 

Y una de las características que tienen los niños es la facilidad que tienen para reír, de cualquier cosa y hasta sin motivo. Es algo natural a ellos, que parece ir perdiéndose a medida que vamos creciendo y nos dejamos envolver por las responsabilidades, el trabajo y la educación que nos separa de la forma en que somos por naturaleza. 

El niño interno nos permite jugar, disfrutar y reír en libertad. Si podemos encontrarlo (y no hay dudas de que esta allí, y que se lo puede encontrar con un poco de esfuerzo) y darle espacio en nuestras vidas, exteriorizar lo que él desea hacer, entonces nos resultara mucho más fácil reír con los problemas y también con las cosas que nos resultan graciosas. Volveremos a un estado en que nos resultaba sencillo y no un trabajo, en que la alegría era nuestro estado natural. Expresar esto nos hará muy bien.



  • Y los niños externos
Así como recién decíamos que teníamos que expresar nuestro niño externo, todo esto también se aplica a los niños “externos”. O sea, a los niños de verdad, sean hijos, sobrinos, nietos o cualquier relación que tengan con nosotros. 

Por todo lo que decíamos anteriormente sobre la relación entre los niños y la risa, ellos son grandes maestros a la hora de tomarnos la vida con un poco más de humor, a los cuales podemos emular sin problemas, por simple imitación. Pasar tiempo con ellos, participando, en la medida de lo posible, de sus juegos, chistes y de su sabiduría. 

Con un tiempo de estar alrededor de ellos, descubriremos que empezamos a imitarlos de forma inconsciente, que podemos hacer uso de los mecanismos que ellos usan, aún cuando estamos solos. Puede ser que algunos “adultos” nos miren con cierta extrañeza por algunas reacciones y muestras de hilaridad, pero nosotros estaremos mucho mejor.



  • Ser positivos
Hay que ser positivos. No hay forma de estar de buen humor y disfrutando si estamos todo el tiempo pensado en forma negativa, o si estamos siendo negativos con los demás. 

Ser positivos va más allá de pensar de forma optimista. Es también ser capaces de demostrarle a los demás que estamos contentos con las cosas que hacen y como lo hacen. Si vemos a alguien haciendo algo que nos parece bueno o de una forma que nos parece correcta o especialmente inteligente, debemos decírselo. Notar esos detalles hace que la gente se sienta mucho mejor y esto redunda en que también nosotros nos sintamos mucho mejor. Además, también la actitud positiva, como la risa, es contagiosa. Si la comenzamos, eventualmente otras personas seguirán implementando la misma actitud positiva que nosotros estamos implementando. Es un circulo virtuoso.



  • Objetos divertidos
Mantengamos todos esos objetos divertidos de los que hemos hablado en puntos anteriores cerca nuestro, en lugares donde los podemos encontrar fácilmente o donde nuestra vista se los puede chocar por accidente. Esto hace que en cualquier momento podamos pasar un buen momento, tener una pequeña pausa de risa, gracias a la correcta colocación de un póster humorístico o de una nota de un diario que conservamos en un lugar visible. 

Y tratemos de tenerlos siempre con nosotros. Nunca sabemos cuando podemos necesitarlo y tenerlos cerca es una necesidad después de un tiempo. Prueben y van a ver.



  • Ridiculización
Hay ciertas personas que nos resultan intimidantes. Esto es casi inevitable. Hay personas que por su actitud, su forma de comportarse, las cosas que dicen y las ideas que tienen (más, tal vez, el cargo de poder que puedan ocupar por sobre nosotros) nos llenan de temor cuando las vemos, hacen que se nos seque la boca y no podamos respirar, personas a las que intentamos esquivar como a la plaga. Pero esto no siempre es posible.

¿Cuánto estrés nos causa el encontrarnos con esta persona? ¿No nos saca las ganas de reír y ser felices? ¿No es como una especie de monstruo que hace que nuestra vida sea mucho más miserable? 

Seguramente nos gustaría ser capaces de sacarnos de encima este temor. No es agradable, especialmente si es una persona con la que no tenemos forma de evitar los encontronazos. Si es nuestro jefe o un compañero de oficina, esto es todavía peor. Pero hay una salida. 

El lado bueno de una persona que tiene este efecto en nosotros es que también es más poderoso el contraefecto. Esto es, si ridiculizamos a esta persona de alguna forma, en nuestras mentes, nos causará mucha más gracia que si ridiculizamos a una persona que no nos causa ninguna emoción negativa tan importante. O sea que también es más poderoso el remedio.

Podemos intentar hacer una caricatura de esa persona, ya sea en nuestra mente o en el papel. Cuanto más ridícula y exagerada sea, mejor. O lo podemos imaginar en situaciones que le saquen todo el poder. 

No hay forma de tenerle miedo a un persona que hemos ridiculizado en nuestras mentes. Lo único difícil a partir de ese momento es contener la risa cuando nos lo crucemos. Pero eso es, definitivamente, mucho mejor que el pánico y las ganas de escapar por la salida más cercana.



  • Regalos
Cuando hagamos un regalo, tratemos de que sea algo divertido. No es necesario que todos nuestros regalos sean algo valiosísimo. Cuando se dice que lo que importa es la intención, es una gran verdad. A veces, regalar algo tonto o que saque una sonrisa es mejor que intentar encontrar el regalo perfecto o aquello que hará la vida perfecta para el agasajado.



  • Fingir
Si realmente no podemos reír, no nos queda más remedio que fingir. Esto puede parecer tonto, pero es la forma de hacerlo. Si intentamos reír y no podemos, sonreímos. Si también nos resulta imposible sonreír (y las circunstancias tienen que ser muy malas para que sean así, o sino tenemos que ser las personas más tristes de la Tierra), entonces pasamos a fingir la risa. Eventualmente, con practica, reiremos de forma natural.



  • Balance
Con todo esto que hemos dicho, y si seguimos todo al pie de la letra, pero lo llevamos al extremo, nos daremos cuenta de que nos hemos convertido en caricaturas, siempre buscando hacer reír. No es esto lo que estamos interesados en conseguir. En realidad, hay que seguir estos consejos y ponerlos en practica, pero sin olvidarnos nunca de que lo que buscamos es ser seres humanos completos, y que los seres humanos completos son complejos, no actúan siempre de la misma manera. Hacer chistes o reírnos todo el tiempo nos convierte en seres unidimensionales, que no pueden ser tomados en serio por nadie en su sano juicio. Hay momentos para todo y formas de hacer todo. Lo que buscamos es tener un balance entre la seriedad y el humor, entre la capacidad de analizar y pensar las cosas y la habilidad (invaluable) de reírnos de las cosas (buenas o malas) que suceden a nuestro alrededor. 

No estamos tratando de convertirnos en comediantes, capaces de hacer reír a todas las personas a nuestro alrededor, sino en seres humanos completos que puedan hacer reír y hacer reflexionar, que puedan ser tomados en serio y respetados, pero que también sean capaces de entender que no son lo más importante del universo y que también tienen defectos como los demás. En fin, en ser personas compuestas, complejas y reales.



  • Disfraces
Los disfraces son también una buena forma de perderle el respeto al ridículo. Son diversión asegurada y en un ambiente (fiestas, por ejemplo), donde no somos los únicos haciéndolo. Disfrazarse da lugar a que demostremos nuestro yo interno, además de dar lugar a muy divertidas anécdotas.



  • Tiempo de juego
Esto que vamos a decir tiene un dejo de ironía muy importante, que encontramos absolutamente encantador. ¡Hay que planificar el tiempo de juego! Si, hay que planificar la espontaneidad. 

Lo que queremos decir es que probablemente en nuestra edad adulta nos hemos vuelto dependientes de las agendas y los horarios. Y que nuestro día probablemente está ocupado y las actividades se nos superponen y hacen que el tiempo libre sea una especie de ideal. Entonces, si bien somos conscientes que necesitamos tiempo para estar tranquilos, para jugar, para divertirnos, para hacer cosas que nos resulten gratificantes; entonces, como decíamos, es muy posible que dejemos de lado esta necesidad, por ser incompatible con todas esas otras anotaciones que llenan nuestra agenda. 

Para evitar esto, no hay nada mejor que seguir con el mismo juego (valga el chiste). Planeemos nuestro tiempo de juego como si fuese otra de nuestra obligaciones. Incluyámoslo en nuestra agenda y respetemos esta al pie de la letra. Si le damos la misma categoría que le damos a lo que se relaciona con el trabajo y con nuestras otras responsabilidades, entonces no nos quedará más remedio que utilizar nuestro tiempo libre.



  • Perder el tiempo
Perdamos el tiempo. El estar utilizándolo siempre en algo de lo denominado “útil” es una forma excelente de perder la costumbre de usar la imaginación y de ser capaces de divertirse. La gente que se toma demasiado en serio y que no es capaz de reír tampoco se toma tiempo libre para simplemente “perderlo”. Su tiempo es demasiado importante para eso.

Pero la verdad es que no hay tiempo perdido, sino solo tiempo utilizado de diferentes formas. El tiempo que gastamos haciendo nada puede no darnos un beneficio economizo, pero puede ser excelente para nuestro estado de animo y para mejorar nuestros humor.



  • Las tonterías
Siempre se plantea una dicotomía entre las tonterías y la seriedad, se piense que hay que evitar las primeras todo lo que se pueda, ya que son inútiles y no nos reportan nada. 

Como pueden suponer si han estado leyendo este articulo, nosotros nos mostramos contrarios a aceptar esta suposición. No hay que decir tonterías todo el tiempo, ya que nadie nos tomará en serio. Pero en las circunstancias adecuadas es lo mejor que podemos hacer. 

Cuando la discusión se torna demasiado seria y los ánimos se empiezan a caldear, un poco de tontería puede ser la forma de hacer que nada estalle. Es una forma de escapar por un momento y liberar un poco de tensión. Además, cuando el clima esta demasiado pesado es en el momento en que, justamente, más efectiva puede ser una tontería.



  • Lo negativo
Lo negativo nos da la posibilidad de hacer humor. No hay ninguna situación, por mala que sea, que no tenga un costado medio ridículo o que de para el chiste. Solo hay que saber buscar esas posibilidades y utilizarlas con un poco de cuidado. El humor esta allí, solo hay que ser capaces de manejarlo, intentando no herir ninguna susceptibilidad, pero sin caer en la estupidez de no hacer humor solamente porque pensamos que alguien se puede ofender. La mayor parte de los seres humanos reaccionan positivamente ante la risa y esto es lo que debemos buscar.



  • Practica
Y el ultimo consejo es el más simple: ¡hay que practicar! Mucho, todo el tiempo. Eventualmente la risa se hará parte de nosotros.
Bien, esos son todos los consejos que tenemos por el momento para ayudarnos a encontrar la risa perdida. Síganlos y se darán cuenta de que reír les resulta mucho más simple de lo que ustedes mismos pensaban. 

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